Capítulo 14

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Por alguna extraña razón ahora estoy en la misma casa del evento de los LeBern, compartiendo el desayuno con el señor y la señora LeBern junto a Leo y Liam Noah. El ambiente se siente tenso después de lo que pasó hace unas noches.

Es súper incómodo aunque me dedico a fingir que todo está bien y que me interesa lo que están hablando cuando en realidad ni los estoy escuchando.

El celular de la víbora venenosa comenzó a sonar, producto de una llamada entrante. La mujer se levantó de la mesa al aire libre y fue dentro de la casa para contestar.

No sé si realmente me dieron ganas de ir al baño o fue la curiosidad por saber de quién era esa llamada. Sólo sé que dije que debía ir al baño. Don Musculitos me indicó con palabras hacia dónde debía ir. Y adivinen qué: el baño era en el primer pasillo al fondo y a la derecha.

Seguí mi intuición, la cual me llevó a una puerta de madera. Una puerta de caoba para ser más específica. Al lado había una maceta con una planta, un tipo de mini árbol. Acerqué mi oído a la puerta sin pensarlo dos veces. Desde afuera se escuchaba la voz de Susie. Me picaba la curiosidad. A mi alrededor no había nadie, ni siquiera algún empleado de la casa.

—...eres una incompetente... Nadie debe saber de ese lugar y mucho menos que yo soy la dueña de ese burdel... Si alguien se entera estás despedida... Echen a ese hombre de ahí, no permitan que maltrate a una de mis chicas... —Parece que la mujer regañaba a alguien a través del celular—. ¡No me importa que sea un cliente habitual!

Palabra clave: burdel.

Esto va a ser la bomba.

Me pregunto qué pasaría si alguien se entera. ¿Cuánto dinero me daría ella por guardar el secreto? No puedo creer que haya descubierto el trapito sucio de la víbora.

Después de unos cuantos reclamos más, la víbora colgó la llamada. Yo me reincorporé y mostré la sonrisa más arrogante que tenía cuando la madrastra abrió la puerta. Susie se sorprendió al verme frente a ella.

Mostró una cara de horror cuando se dió cuenta de la situación. Me agarró por un brazo e hizo que entrara a la habitación. Cerró la puerta de un tirón. No pude aguantarlo más y solté una carcajada.

—¿Qué tanto escuchaste? —preguntó la señora en un tono amenazante. Patético.

—Lo suficiente.

—Escúchame bien. —Supuse que empezarían las amenazas y continuó—. Vas a sufrir mucho si abres la boca y no sólo tú, sino también toda tu familia.

—¿En serio cree que me puede amenazar? —cuestioné yo, divertida—. No estás en condiciones de amenazarme. Yo no te tengo miedo. Tú deberías temerme a mí. No tengo nada que perder. En cambio tú...

El poder de la manipulación es increíble y hará exactamente lo que yo quiero.

—No te atreverías. —Me subestimó, mirándome.

Aún con su "firmeza" notaba que estaba asustada. Ahora no me arrepiento de haber estudiado psicología.

—...Tienes mucho que perder. —Continué y se me escapó una corta risa—. ¿Qué pasaría si tu marido se enterara? Lo perderías todo. Mira, no sé por lo que hayas tenido que pasar, pero por ley si eres dueña de un burdel es porque fuiste prostituta alguna vez. Por lo tanto, me darás mucho dinero para que yo guarde silencio. Así tu secretito está a salvo conmigo.

—¿Qué clase de zorra eres? —interrogó con desdén la mujer.

—Una que sabe lo que hace —le respondí con naturalidad.

AMOR ALQUILADO√√Donde viven las historias. Descúbrelo ahora