Capítulo 22

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El ex boxeador y yo nos fuimos tomados de la mano cuando terminamos de comer, pegados el uno al otro. Durante el camino de regreso nos encontramos con dicha parejita que también iban agarrados de la mano. Sonreí aunque no fue gracias a mí ni a cualquier conocido, simplemente pasó lo que tenía que pasar por obra del destino.

Hmmm... Igual me gustaba el plan Lara.

Nos acercamos más a Leo y a Sara. Ellos también se veían felices. Los hermanos se hicieron unas señas que sólo ellos entendieron. Abracé a nuestra Sarita y me fijé en cierto detalle muy, pero MUY, importante. Ella también tenía puesto un anillo de compromiso. Por eso la felicidad. Ella y Leo estaban comprometidos ahora.

Oh. Por. Dios. ¡¿En qué momento pasó esto?!

—Estoy muy feliz por vosotros —afirmó la camarera.

—Y yo por ti. —Sonreí. Me acerqué a ella y le susurré al oído—: Si te separas de él juro que te voy a matar.

Sonreí una vez más.

—Tranquila, Cheryl. No hay problema —pronunció la chica, sonriéndome.

Posé mi mano en su hombro y los cuatro nos dirigimos hasta donde se encuentra Alissa, seguramente follándose a Derek. Para sorpresa de todos, cuando llegamos, no estaban haciendo eso.

Ellos charlaban tranquilamente frente a la piscina. Alissa sonreía y el chico también lo hacía. Las chicas nos fuimos a otro lugar y los chicos se quedaron allí, conversando. Nos dirigimos a la zona de habitaciones en la isla.

Paramos de caminar cuando llegamos a mi habitación y la de Don Musculitos —esta era la más cerca—, nos miramos unos segundos y cada una tomó lugar en un asiento. Yo me senté en la cama.

—¿Qué pasó? —preguntamos todas a la vez con emoción.

—Empieza tú —ordenó Alissa, señalándome—. Es tu habitación.

—Muy buena excusa para ser la última en hablar. —Reí yo y a la Morena le dió un ataque de risa, así, de la nada—. Pero, está bien, hablaré. Bueno, Liam Noah desapareció para prepararme una cena romántica. Habían luciérnagas y realmente todo estaba hermoso. Cuando la noche cayó, pues, se arrodilló frente a mí y utilizando mis libros favoritos como referencia, me pidió matrimonio. Y yo acepté.

—Wow, que romántico —expuso Sara.

—Muy bien, Sarita. Tu turno —dijo la otra chica, sonriente.

—Ok, ok. Seguí un caminito de faroles a través de la arena de la playa. Al final del camino Leo me esperaba también con una cena romántica preparada. Quedé realmente encantada con todo y... Él, me pidió matrimonio. No supe que decir pero luego le dije que sí —resumió la camarera.

—Ayyyy, estoy muy emocionada. Ahora hablo yo. —Ella se rió con nerviosismo—. Todo este tiempo estuve hablando con Derek y resulta que tenemos muchas cosas en común. Intercambiamos los números de teléfono y decidimos salir un día. Chicas, creo que me enamoré.

—Estoy muy orgullosa de ti. —Por algún extraño motivo se me salieron las lágrimas. Me puse de pié y la abracé, llorando.

Sara también se sumó al abrazo. Me puse sensible sin ninguna razón. Dije a las chicas que las quería muchísimo aún entre lágrimas.

Que lloronas sóis. Ni que alguien se hubiera muerto o algo.

Shhh. No lo arruines todo, como siempre.

***

Ya en casa de mi prometido, estaba tal vez demasiado nerviosa por saber el resultado de la prueba de embarazo. Estaba sola en el baño. Desde el otro lado mi chico me apoyaba diciendo que todo saldría bien.

Sostenía el test con una mano.  Intentaba mantener la calma. Una rayita es negativo, dos es positivo. Fueron los diez minutos más largos de mi vida. Observé el resultado por unos segundos. Me tapé la cara con las manos para que mi llanto no se escuchara.

¡Maldita sea! No me había acostado con Liam Noah desde la última vez que nos vimos hace un año. Después del abuso sexual, no había sido capaz de hacerlo. Y eso sólo quería decir una cosa: el bebé es del violador.

Salí del baño, conmocionada. Don Musculitos me observó, evaluándome.

—¿Estás...? —intentó preguntar él.

—Sí.

No pude decir nada más y empecé a llorar. Él me abrazó con delicadeza. Noté su preocupación por mí en su mirada.

—Haremos esto juntos. —Su voz me consolaba.

—Liam Noah, no es tuyo —aclaré, llorando sin consuelo.

—Shh. Es nuestro, ¿okey? Ese bebé es tan tuyo como mío.

De repente el timbre resonó por toda la casa. No esperábamos visitas.

El chico se apresuró y abrió la puerta. Yo me retrasé unos segundos tratando de asimilar que tendría una pequeña personita en mis brazos dentro de nueve meses. Me sequé las lágrimas y sonreí.

Según la psicología, sonreír te hace más feliz, aunque sea una sonrisa falsa.

—Cheryl estará feliz de verlos. —Alcancé a escuchar a Liam Noah—. Oh, cariño. Mira quiénes están aquí.

Ya no tienes que preocuparte por ir a tu pueblo.

—Mamá, papá. —Sonreí y los abracé entusiasmada—. Hola, pequeño.

Mi hermanito había crecido un poco y mis padres seguían igual. Mi familia pasó dentro y se sentaron. ¿Cuál será el motivo de su inesperada visita?

Después de un tiempo de charlar y de prepararme psicológicamente para dar la información que debería, respiré profundo y tomé de la mano del futuro padre a mi lado.

—Madre, padre, Aaron. —Alterné la vista entre ellos—. Tengo algo que anunciar. Quiero decir, tenemos algo que anunciar —corregí. Mi familia me miró con atención—. Noah y yo nos vamos a casar y... Estoy embarazada.

—¡Felicidades! —proclamó mi mamá.

—Serán unos padres excelentes —aseguró mi papá.

—Espero que seamos tan buenos como vosotros —enuncié yo a punto de llorar de nuevo.

Si este hijo o hija fuera de Don Musculitos, estaría más que feliz. Sin embargo, no era así.

—¿Entonces voy a tener un sobrino? —inquirió mi hermano menor, alegre.

—Pues, sí —El ex boxeador respondió.

En determinado momento, mi prometido y mi hermanito se fueron a la cocina para preparar algo de comer. Dag estaba a mi lado, recostado tranquilamente. Incluso el perro estaba feliz, además de que se había conseguido una novia.

Al ver que los chicos se demoraban mucho me dirigí a la cocina para saber qué tanto hacían.

—¡Me quiere más a mí! —le soltó Liam Noah al pequeño.

—¡Yo la conocí primero y soy su hermano! —rebatió el niño.

No puedo creer que estén discutiendo por tu amor.

Yo tampoco.

Esbocé una sonrisa divertida y me recargué en el marco de la entrada a la cocina, para admirar el show.

—¡Pero yo soy su prometido! —recalcó el ex boxeador.

—¿Ya terminaron? —intervine, divertida—. Allá fuera hay dos comensales hambrientos.

Los chicos se echaron unas últimas miraditas de odio. Realmente no sé quién es peor. Si Aaron por discutir o Noah por comportarse como un niño. Aunque no sé quién empezó la pelea.

—Y por cierto, estáis castigados —murmuré yo.

AMOR ALQUILADO√√Donde viven las historias. Descúbrelo ahora