Capítulo 41

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En un segundo, todo mi mundo se cayó a pedazos. Recordé de golpe todo el pasado provocándome unas intensas náuseas. ¿Por qué a mí? ¿Y cómo carajos me encontró?

Salí corriendo lo más pronto posible aunque logré disimular y le llevé su pedido. Pedí un descanso rápido. Tomé una decisión precipitada.

Me fui de allí. Tenía un pasaporte hecho ya y un boleto de avión por si acaso. Huiría del país. Tendría que dejar solas a mis niñas, pero si me quedaba sería un riesgo para ellas.

Solo me despedí de Leo ya que él cuidaría a nuestras hijas en mi ausencia y además, le dije que Cheryl debía ir a mi apartamento y ayudar a nuestra querida Alissa con el desastre que hizo con su nuevo ligue.

Aunque debo decir: maldito el día en que me enamoré del psicópata de Erick.

Por masoquista, estúpida y pendeja.

Ya lo sé, conciencia.

Tomé el primer avión que saldría en la tarde para Transilvania. Siempre tenía unos billetes de avión para cualquier emergencia y esta era una emergencia. Me dolió no despedirme de mis mejores amigas, sin embargo, no quería atormentarlas con esto.

Intenté dormirme durante el vuelo, aún así, no pude lograrlo. Aunque me aburría como nunca —dejé el móvil en casa para que no me encontraran— y estaba a la defensiva, fue imposible mantener la calma. A cada rato miraba hacia atrás para verificar que la persona atormentándome no se encontraba allí, observándome.

Si ese hombre descubría que yo iba en ese avión, él era muy capaz de ordenar que lo hicieran caer y no exagero cuando lo digo.

Estuve en ese lugar durante casi un mes. Estar allí me había calmado bastante. Ya estaba lista para regresar a mi hogar.

Me dirigí al aeropuerto unos días después de comprar el billete de regreso. Por lo menos no me encontré con Erick en tierras desconocidas para mí.

En mi llegada a casa, lo primero que hice fue visitar a Cherlyl. Llamé a la puerta. Ella salió enseguida.

Mi mejor amiga me invitó a pasar. Ella se sentó en el sillón frente a mí. Estaba feliz de verla.

—Sara, ¿hay algo que yo deba saber? —cuestionó ella. Su tono de voz tan firme hasta me asustó.

Bueno hay muchas cosas. Por ejemplo la historia del psicópata y que tengo un nombre falso.

Mi sonrisa se esfumó rápidamente.

—No sé a qué te refieres —mentí yo. Claro que se refería al motivo del por qué me fui del país sin decir nada y de repente.

—Por favor. Vino un hombre muy extraño a mi casa preguntando por tí, dijo su nombre: Erick —expresó la Sheriff. Sin quererlo puse una cara de horror.

Ese hombre había estado aquí. ¿Y si le hizo algo a mis hijas? ¿Y si dañó a mis amigos? No, no, no. ¡Ay, mierda, voy a enloquecer!

Creo que ya enloqueciste.

—Lo conocí a los catorce años. Fue mi primer novio. Al principio era el chico más amable y amoroso que pude conocer en mi vida, pero luego él... Él se obsesionó conmigo de tal manera que... —Por mucho que lo intenté, al final no sirvió de nada mantenerme firme. Mi voz se quebró y las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas—... No me dejaba salir de casa y a veces me dejaba atada a la cama. Me obligaba a acostarme con él. Pero... Pero un día mató delante de mí a mis padres y a mi hermano. Mató a... A mi familia. Con diecinueve años y yo tenía diecisiete en aquel entonces. Un tiempo después él se descuidó y logré escaparme...

AMOR ALQUILADO√√Donde viven las historias. Descúbrelo ahora