Me levanté en la mañana con todo el hermoso espíritu de estrangular a alguien. Para hacer caer mi alma en aún más desgracia llamaron a mi puerta. ¿Quién era? Obviamente no lo sé. ¿Tengo ganas de abrir para saberlo? Eso se responde en un rotundo NO.
Esbocé una forzada sonrisa y abrí la puerta, aún en pijama. Puse la mano en la perilla, aspiré una gran bocanada de aire y abrí. Era un hombre, de cabello negro largo y lo tenía atado en una coleta. Sus ojos eran de un hermoso color miel. Y también se veía alto.
—Hola, buenos días. ¿Qué necesita? —saludé sin abrir por completo la puerta. Intenté sonar agradable, pero igual no salió como esperaba.
—¿Usted es amiga de Sara Lindsay? —preguntó el extraño.
—Así es —le respondí, analizándolo—. ¿Hay algún problema?
—Soy un amigo de su infancia y hace mucho tiempo que no la veo. Estoy preocupado por ella. Mi nombre es Erick —habló el desconocido.
—Lo siento, hace mucho tiempo que no la veo. Tampoco sé dónde podría estar y ella nunca mencionó a un tal Erick en su vida —comenté.
Intenté cerrar la puerta. El desconocido lo evitó.
—Intente recordar, tal vez dijo algo —planteó él, amablemente aún con la mano en la puerta.
Comencé a sentir miedo. Aunque sonaba amable las cosas no cuadraban.
—Mi amor, ¿quién es este? —La voz de Noah me llegó. ¿Qué hace él aquí?
Viendo a ambos chicos, el desconocido le gana al ex boxeador en tamaño.
—Es un amigo de Sara —me limité a responder, haciendo un gesto para restarle importancia—. Ya se iba.
Con estas últimas palabras de mi parte, el tal Erick se marchó.
—Seguramente otro de los novios obsesionados de Sara. —Suspiré como si ella no tuviera remedio.
Miré al ex boxeador con cara de: «¿y tú qué?»
Tres doritos después...
—¿Tienes sal? —preguntó Noah, dejándome desconcertada en el acto.
—¿Eh? Sí, sí, claro —contesté dirigiéndome a la cocina.
El chico me siguió hasta allí. Busqué el recipiente con lo que pidió y le di lo que quería.
Lo que quiere es una excusa para estar contigo, estúpida.
Nos miramos fijamente sin ninguna razón.
—Bueno, emm... —murmuré para que se diera cuenta de que ya debería irse. Me aclaré la garganta.
—Oh, gracias por esto. —Señaló la sal y rió un poco nervioso—. Yo mejor me voy.
Ay, ¿para que retrasarlo más?
Puede que haya sufrido un trauma recientemente, pero Don Musculitos no tenía la culpa de eso. Liam Noah captó mis expresiones. Dejó el recipiente sobre la isla en la cocina, justo detrás de él.
Me acerqué a él de una vez y lo besé apasionadamente. Él colocó sus manos en mi cintura.
—Cheryl, promete que nunca más volverás a irte —pidió él, abrazándome.
Sus brazos me rodearon como si no quisieran dejarme ir. Hice lo mismo.
—Te lo prometo.
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AMOR ALQUILADO√√
RomanceUna psicóloga a la que le faltan unos cuantos tornillos. Un boxeador al que no le gusta luchar. Hay algo mal aquí. Comprar la misma casa y no saberlo está bien jodido, pero vivir juntos y ser completamente extraños lo es aún más. Completamente opues...