Capítulo 29

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Luego de terminar con los ejercicios me di un buen baño para más tarde irme a dormir. Dormí plácidamente hasta que la luz de un nuevo día se coló por las ventanas de mi habitación. Me puse un pantalón de pijama solamente —siempre duermo sólo con un bóxer— y salí a hacer el desayuno.

El timbre resonó por toda la casa. Cheryl se apresuró a ver quién era. Al ver que no me decía nada decidí acercarme un poco.

—Cariño, ¿quién es? —quise saber, saliendo de la cocina y limpiando mis manos.

—¿Cariño? —preguntaron dos chicas al unísono, levantando y bajando las cejas.

Una de ellas era morena y la otra tenía el cabello castaño rojizo claro. Supuse que serían las amigas de Cheryl.

—Tenemos visita, Sara y Alissa —me respondió Cheryl. La castaña era Sara, la chica que la vino a buscar en el auto y Alissa debería ser la otra—. Pasen.

Las chicas entraron. Yo saludé educadamente a las visitas y me senté al lado de Cheryl en el sofá. A las dos parecía divertirles la situación de la psicóloga en estos momentos, incluso soltaron unas risitas cuando mi supuesta novia dijo que se sentaran. Al parecer ninguna sabía de mi existencia pero me reconocían. Mi perro llegó a la escena ladrando feliz.

—¿Cuándo pensabas contarnos sobre este chico? —preguntó la castaña con una notable curiosidad.

Dag se recostó en el regazo de la chica a mi lado.

Perro traidor.

La traición, la decepción, hermano.

—Pues, no lo creí importante —contestó Cheryl y le restó importancia.

Nos ofendes, querida.

Eso dolió un poco.

—¡¿Cómo que no es importante?! —exclamó la morena.

—Mejor te dejo a solas con ellas —anuncié yo e hice un ademán de levantarme, pero no lo logré.

—Liam Noah, no me dejes —soltó Cheryl, sonando amenazante.

—Vale, vale —concluí, ya saben, no quiero tener problemas con esa mujer.

—Sois el uno para el otro —comentó la castaña.

—Concuerdo contigo —enunció la morena mirando a Sara.

Me agradan esas dos.

A mí igual, querida conciencia.

Ojalá fuera cierto. Quiero decir, una vida con ella sería realmente maravillosa. No lo sé, casarnos y tener hijos, vivir con esa chica hasta la muerte, suena tentador. Aunque nunca pasará porque ella no se fijaría en mí. No soy uno de esos personajes de libros.

***

La noche había llegado hacía mucho tiempo. La chica de la casa se encontraba viendo la televisión. Fui hacia ella, no tenía nada mejor que hacer. Me senté a su lado y suspiré de aburrimiento. Ella llevaba el pijama rosado con puntos negros. Otra vez tenía un tirante caído. Miraba su perfil, creo que se dió cuenta.

Ella trajo palomitas de maíz después de poner una película de acción y comedia. Apagó todas las luces y volvió a acomodarse en el sofá. Se quitó unas divertidas pantuflas de conejito. Subió las piernas al asiento para luego cruzarlas encima de este. Agarré un puñado de palomitas y empecé a comerlas. Cheryl hizo lo mismo.

Tenía una duda. Debía matar la curiosidad ahora mismo o no podría dormir tranquilo. Pausé la película sin aviso. Ella me miró con mala cara.

—¿Cuál es la historia de ese tatuaje? —Señalé su cuello.

AMOR ALQUILADO√√Donde viven las historias. Descúbrelo ahora