NARRA SARA POR LOS SIGUIENTES CAPÍTULOS CÓMO FUE TODO DESDE SU PERSPECTIVA
Una nueva identidad. Una nueva vida. ¿Quién es Charlotte? ¿Quién es Sara? ¿La misma persona? No, ya no. Mi familia fue asesinada frente a mí. A los diecisiete años —luego de cuatro años de, básicamente, tortura psicológica— me escapé de la casa del maldito Erick, mi novio. Al principio, él era el mejor chico del mundo. Venía de una familia adinerada y era bueno conmigo. Me trataba bien. Me prestaba atención. Hizo que me enamorara y caí perdidamente en su juego.
Él tenía una hermana mayor que murió joven y se quedó a cargo del sobrino que ella dejó en el mundo. El nombre del niño era Celim Blunt, el padre de este siempre estaba demasiado ocupado para cuidar de su hijo.
Rara vez veía al niño. Erick me mantenía encerrada y vigilada en su casa hasta que un día se descuidó y aproveché para escaparme.
Debiste hacerme caso cuando te dije que no debías juntarte con él.
Tenías razón, conciencia. Y lo siento.
Unos días después de escaparme conseguí un buen apartamento para vivir en un edificio.
Meses más tarde me encontré con un chico. Lo reconocía. Con el dinero que le robé al novio abusivo que tenía me compré un celular e instalé algunas redes sociales con un nombre falso. En Instagram fue donde lo vi, él tenía muchas fans. Era empresario, él en ese entonces trabajaba de programar para no se qué empresa.
Él llegó de la nada a la tienda en la que me encontraba. Unas chicas lo perseguían. El chico me vió y se acercó a mí. Pensé en que era un loco pervertido. Leo me convenció de fingir ser su novia hasta que las chicas se fueran y me pagaría por eso.
Resulta que sus fans no se lo creyeron. No sé cómo, pero terminamos borrachos y desnudos en la misma cama. Él me pagó y antes de que despertara me marché sin dejar rastro.
Un tiempo después, descubrí que había quedado embarazada de un extraño. Intenté abortar aunque no fui capaz de hacerlo.
Nueve meses después tuve a los amores de mi vida. Mis bebés eran gemelas, a una decidí nombrarla Lara y a la otra Lana. Debía luchar por ellas yo sola. No tenía a nadie ya.
Seguía viviendo en el edificio, aunque no descubrieron lo de mi embarazo y que tenía dos niñas pequeñas conmigo. Ellas casi no lloraban.
De igual manera un chico rubio muy agradable descubrió mi secreto y siempre me ayudaba. El dinero se me estaba agotando y necesitaba encontrar trabajo. Hacía pequeños trabajos en casas ajenas, por ejemplo la cena y limpieza. Con mi salario tenía que pagarle a una niñera en mis ausencias.
Cuando mis hijas cumplieron cuatro años me conseguí un trabajo de medio tiempo más decente y dejé de trabajar en casas de desconocidos. Trabajaba como camarera en un restaurante al lado de una clínica. Me dieron ganas de recibir un poco de ayuda psicológica allí, sin embargo, no tenía tiempo para eso.
Cuando mis niñas tuvieron cinco años me presenté para el puesto de programadora júnior en TechnoList, una empresa de tecnología. Había recibido varios cursos de informática y además, me gradué de eso sin saber cómo era que Erick me dejaba ir a la escuela y al tener a las niñas empecé a estudiar desde casa para cuidarlas mientras estudiaba y logré entrar a la Universidad, básicamente estoy recién graduada.
—¡Siguiente! —Se escuchó una voz masculina desde dentro de una sala de reuniones mientras la persona que entró antes que yo, salía llorando de esta misma.
Esto me dice que vamos a terminar muy mal.
¿Qué clase de persona hace llorar a otra de esa manera? Yo era la última en la lista de candidatos para ese puesto y todos los anteriores salieron en el mismo estado que el anterior aunque aún no debían irse.
Me levanté de mi asiento con la cabeza en alto. No me iba a dejar intimidar tan fácilmente. Conseguiría este trabajo sea como sea y no me importa a quien tenga que humillar para lograrlo.
¿Sabes que hay más trabajos por ahí, verdad?
Sí, pero yo quiero este. TechnoList es la mejor empresa de todas.
Entré a la sala y me senté en la silla frente al CEO, la única persona allí dentro. Mi sorpresa fue grande cuando él levantó la cabeza y me di cuenta de quién era. El jefe era nada más y nada menos que el gran Leo LeBern, el padre de mis niñas.
Él pareció no darse cuenta de quién era yo. El hombre que ahora debería tener unos veinticinco años leía distraídamente mi excepcional expediente.
—Aquí dice que te graduaste de informática, pero te ausentaste por mucho tiempo y te graduaste desde casa por motivos personales —murmuró él.
Yo sólo asentí y el siguió en lo suyo.
Un pequeño ratito luego, terminó de leer y dejó mi expediente a su lado encima de la mesa ovalada que abarcaba casi todo el espacio en la sala.
Me analizó con la mirada por unas fracciones de segundo.
Creo que su rostro denotaba familiaridad hacia mí. Internamente recé para que no me reconociera y ni siquiera sé por qué.
Eres muy extraña, Charlotte.
Mi nombre es Sara.
Lo digo para que recuerdes quién eres. Da igual cuál sea tu nombre, tu pasado sigue siendo el mismo, mi querida Charlotte.
—Muy bien señorita Lindsay, ¿por qué debería contratarla? —Leo hizo la primera pregunta con un tono fuerte y firme. Me miró a los ojos.
No me permití desmoronarme en ese momento.
—Mis conocimientos están frescos y esto favorecería mucho en mi rendimiento en la empresa —hablé sin titubeos—. Soy decidida, inteligente y buena trabajadora, con un excelente rendimiento académico.
—Tienes un buen punto. ¿Por qué escogiste esta empresa? —cuestionó el CEO.
—Tiene una buena reputación y es un buen comienzo para impulsar mi carrera como programadora —contesté lo más profesional posible.
—Bien, estás contratada —aseguró él.
Sentí que iba a explotar de emoción pero ni siquiera fui capaz de pestañear. Por si se arrepentía o algo.
—Estoy seguro de que te he visto antes, sólo no recuerdo en dónde.
Por favor, no lo recuerdes.
Estaba a punto de levantarme, sin embargo, que quedé congelada.
—No lo creo —respondí claramente mintiendo.
—Estoy seguro de que... —Se cortó a si mismo y abrió la boca en señal de sorpresa—. Tú eres la chica a la que pagué para simular ser mi novia y terminamos acostándonos pero te fuiste antes de que yo despertara.
Mierda.
Nos descubrieron ya. No digan mentiras, mis niños.
Fingí que no sabía nada, pero mi rostro me delató.
—Sí, eres tú —confirmó a sí mismo.
—Sí —me limité a responder.
Y tenemos dos hijas.
—¿Cómo ha ido tu vida últimamente? Nunca más supe de ti —enunció Leo.
—Mire, voy a ser sincera con usted. —Empecé yo—. No quiero que malinterprete mis intenciones pero debes saber esto: poco después de que nos acostamos, descubrí que estaba embarazada y eres el padre. Son unas gemelas preciosas.
Acabas de soltarle la bomba al pobre chico.
Quizás no debí haberle dicho eso así. Puede ser que me despida porque piensa que quiero aprovecharme.
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AMOR ALQUILADO√√
RomanceUna psicóloga a la que le faltan unos cuantos tornillos. Un boxeador al que no le gusta luchar. Hay algo mal aquí. Comprar la misma casa y no saberlo está bien jodido, pero vivir juntos y ser completamente extraños lo es aún más. Completamente opues...