• Irme en paz

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- ¿Crees que él ginecólogo tarde mucho? - pregunté.

- No tengo idea, todo depende de la magnitud de la emergencia. - respondió.- ¿Por? ¿Te puedo ayudar en algo?

Negué con mi mirada baja.

- Te noto muy nerviosa, más hace unos minutos atrás ¿Qué pasa? ¿No estás segura de algo? - volvió a preguntar.

Lleve mi mirada a él y realmente me veía preocupado, más que él propio padre de esta criatura...

- ¿Crees que es una buena opción abortar? - pregunté.

Sonrió ligeramente con su mirada baja por unos segundos para después conectar con la mía.

- Le preguntas ha alguien que ama recibir pequeños a este mundo y ha alguien que jamás podrá experimentar esa increíble sensación de tener uno propio. - bajo su mirada de nuevo y su sonrisa iba desapareciendo.

No sabía cómo reaccionar a esas últimas palabras.

- Pero. - levantó su mirada. - Si en tus planes no está por ahora ser madre, adelante, no lo tengas, será lo mejor, créeme. - me sonrió cálidamente. - Llegara el momento en el que te encuentres decidida a ser madre o tal vez no ¿Pero sabes? Hijos o no, tu felicidad no debe verse arruinada. Apuesto a que debe haber situaciones, personas, acciones e infinidad de cosas que te hagan feliz haya afuera. Una mujer no tiene que ser madre por obligación, es una decisión.

Me quedé pensativa y bueno... Yo jamás me había rendido en nada... Salí adelante por mis propios méritos y la verdad siempre me sentía muy sola... Aún teniendo el dinero y las mejores cosas.
Tal vez era una oportunidad para demostrarme que yo si puedo ser mejor madre que la mía y que no es tan difícil amar y cuidar de tu propio hijo.

- Gracias. - sonreí sin dejar de ver esos enormes ojos.

- No tienes nada que agradecerme. - sonrió. - ¿Lo harás? - preguntó.

Negué con mi cabeza, lentamente...

Me vio fijamente a los ojos, trasmitiendo confianza, seguridad y cero temor.
En nuestros rostros se fue formando una amplia sonrisa poco a poco.

- Presiento que serás una madre muy agradable. - asintió con su cabeza. - Y muy bella. - se puso de pie.- Aquí me tienes para cualquier duda, circunstancia y cuando ese pequeño o pequeña llegue a este mundo, seré dichoso de atenderlo. Con permiso.

Me dio una última sonrisa, dio media vuelta y se fue.

Me quedé sentada, pensando en cómo afrontaría esto sola, sin Namjoon, sin su padre, sin nadie a mi al rededor.

Me puse de pie y decidida salí de aquel consultorio.

- Joven. - se escuchó la voz de aquel médico, el ginecólogo.

Voltee a verlo de inmediato.

- Discúlpeme pero no lo haré. - dije con seguridad.

- Entiendo, estoy a sus órdenes para sus chequeos. - respondió con la misma sonrisa de su hijo.

Di media vuelta y salí de aquel lujoso hospital.
En la entrada estaba la camioneta negra de Max, esperándome.

- Joven Yiu ¿Tan rápido fue? - preguntó mientras me veía de arriba abajo.

- Solo me dio unas pastillas e indicaciones, así que llévame a casa antes de que me sienta mal. - mentí y abrí la puerta trasera del coche.

Vecino del 210 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora