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"Buenos días señor, en la casa 103 vive la familia Kim, al parecer solo la habita la pareja de señores, tienen un hijo pero no vive con ellos, eso fue lo que me dijo el guardia de seguridad"

Deje mi móvil en la barra y di un suspiro profundo, llevándome bocado.

- ¿Pasa algo? - preguntó Yiu, viéndome con la mirada baja y su bocado a medio trayecto de su boca.

- No. - respondí sin más y clave más mi tenedor en una fresa.

- ¿No? ¿Y esa agresividad? - dejó su tenedor en la orilla del plato y levantó su mirada por completo.

Debo confesar que cuando alguien se vuelve una buena cogida para mi, se vuelve mi todo. Tan simple para mi porque me gusta la exclusividad y cuando encuentro a la mujer que me puede seguir el ritmo en la cama, no pretendo soltarla tan fácil, por lo mismo, no a todas les gusta ese tipo de agresividad.
Y así como yo suelo ser para ella, espero el mismo trato. Por eso puedo contar con mis dedos de la mano con cuantas mujeres he estado a mis 32 años... solamente 5, solo una mano.

Yiu enderezó su cuerpo y rodeó la barra para llegar a mi.

- ¿¡Que tiene!? - habló con un tono de voz tierno junto con reproche.

Giré mi silla hacia su dirección y ella de inmediato se colocó entre mis piernas.
La vi fijamente a los ojos sintiendo que ella se iba poniendo tímida, nerviosa y confundida, haciéndola sonreír ligeramente.

-¿Por qué me miras así? - preguntó confundida.

Creo que me estaba adelantando, necesitaba que ella primero quisiera firmarme ese documento y para lograr eso, necesitaba estar cien por ciento seguro de que le gustaría mi manera de coger...

- Necesito que me firmes unos documentos.- agregué sin cortar mi mirada fija en sus ojos.

- Se más claro, no entiendo nada. - sonrió y llevó sus brazos a mi cuello, abrazándolo y acercándose más. Sintiendo sus pechos cerca de mi rostro.

- ¿Te gusta? - baje mis manos a su trasero y solté una fuerte nalgada, viéndola fijamente pero al instante su frente se colocó en mi hombro, sintiendo su respiración agitada.

Levante un poco su camisón y baje su short de un jalón.

- ¿¡Te gusta!? - grite y solté otra nalgada.

- Mierda...- escuche como susurró en mi hombro.

Sabía que su culo estaba sufriendo por lo de ayer, tanto que prefirió desayunar de pie y tocarla de nuevo es una tortura ahorita... Iba ganando pues si no lo toleraba no me hubiera permitido darle la segunda por nada del mundo.

Empecé a sobar su trasero con la palma de mi mano, se sentía caliente pero no había respuesta aún.

- Te daré otra si no me respondes en tres. - advertí sin dejar de sobar su nalga. - Uno.- bese su cuello fugazmente.- Dos. - los brazos de Yiu ejercieron más fuerza al abrazarme por el cuello, mientras yo decidía apretar su nalga, escuchando como soltaba un pequeño quejido. - ¿Tres? - pregunté y traté de ver su rostro.

Yiu de inmediato enderezó su presencia y bajo sus manos a la costura de mi bóxer, estaba desesperada, tal vez pretendía sacar mi falo. Se veía como una fiera tratando de conseguir su presa.

- ¡Hey! - quité sus manos con brusquedad para luego darle un empujón, haciendo que se tambaleara y dándome paso a ponerme de pie.

Yiu mordía su labio inferior, dándome a entender que esto le encantaba... De nuevo gane.

Lleve mi mano a su nuca y la giré hacia la barra, haciendo que su abdomen chocara con esta. La incline hacia adelante y con mi otra mano le di la nalgada de su vida, tanto que mi mano quedó punzando y sumamente roja. Yiu parecía que había sentido 10 vergas dentro pues seguía con gemidos entre cortados y respirando agitada.

Vecino del 210 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora