1. SIPNOSIS.

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - Jeremías 40

13 Y Johanán hijo de Carea y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban en el campo, vinieron a Gedalías en Mizpa,
14 Y le dijeron: ¿No sabes que Baalis rey de los hijos de Amón ha enviado a Ismael hijo de Netanías para matarte? Mas Gedalías hijo de Ahicam no les creyó.
15 Entonces Johanán hijo de Carea habló a Gedalías en secreto en Mizpa, diciendo: Yo iré ahora y mataré a Ismael hijo de Netanías, y ningún hombre lo sabrá. ¿Por qué te ha de matar, y todos los judíos que se han reunido a ti se dispersarán, y perecerá el resto de Judá?
16 Pero Gedalías hijo de Ahicam dijo a Johanán hijo de Carea: No hagas esto, porque es falso lo que tú dices de Ismael.
- Jeremías 41
1 Aconteció en el mes séptimo que vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la descendencia real, y algunos príncipes del rey y diez hombres con él, a Gedalías hijo de Ahicam en Mizpa; y comieron pan juntos allí en Mizpa.
2 Y se levantó Ismael hijo de Netanías y los diez hombres que con él estaban, e hirieron a espada a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, matando así a aquel a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra.



Narra Mibsan:

La tarde avanza, el viento sopla con mucha fuerza anunciando que viene una tormenta.

Estoy en medio de un lugar lleno de flores blancas, hay tantas que ni siquiera se puede ver el suelo.

Mis hombres están a mi alrededor, mientras que yo apunto con mi arma a la persona que logro robar mi corazón.

Gracia.

Está frente a mi, como a dos metros de distancia, lleva un hermoso vestido blanco con encaje de flores en sus hombros, el cual le llega hasta los pies.

Pareciera como si fuera a casarse, solo le falta el velo y el ramo de rosas.

Ella no está asustada, solo se limita a mirarme con tristeza, mientras mantiene toda la calma del mundo, como si no le diera miedo morir.

Quisiera jalar el gatillo, pero mis dedos no responden.

Mi corazón no quiere hacerlo.

No soy capaz de hacerle daño, aún sabiendo que ella debe morir.

—matala —me dice uno de mis hombres.

—tienes que hacerlo —dice otro.

—no retarde lo inevitable —insta otro.

Tiro el arma lejos de mi y me mandó las manos a la cabeza.

—¡Maldición! —exclamo —no puedo hacerlo.

Gracia al ver mi acción, abre sus ojos más de lo normal, sorprendida.

—sino puedes hacerlo —habla uno de mis hombres más cercano —entonces lo haré yo.

Saca su arma dispuesto a acabar con la vida de Gracia, pero yo lo detengo.

—no lo hagas —le digo.

—sino lo hacemos —contesta —entonces serás hombre muerto, ella misma se encargará de matarte.

Yo niego con la cabeza.

—ella sería incapaz de hacerlo —hablo muy seguro.

Todos mis hombres comienzan a murmurar de mi y uno a uno de van yendo, quedando solo Gracia y yo.

Me comienzo a acercar lentamente a ella, pero a medida que avanzo su vestido comienza a cambiar de color.

Ahora no es blanco, ahora es beis.

Ella comienza a sonreír.

—sabía que no lo harías —dice muy segura.

Ahora su vestido se está tornando de color gris.

Llegó hasta ella y tomo su delicado rostro entre mis manos.

—no lo hice porque te amo —le digo.

Ella sonríe aún más.

Es entonces cuando me doy cuenta de que su vestido está totalmente negro, un negro brillante.

—tristemente yo no puedo decir lo mismo —contesta con rabia —arruinaste toda mi bendita vida.

Estaba tan impactado con sus palabras, que no me cuide de los movimientos de sus manos.

De repente escuché un ruido aturdidor y sentí como algo traspaso mi corazón.

La sangre comenzó a salir a chorros.

Gracia acaba de dispararme.

Poco a poco mi cuerpo se debilitó y caigo de rodillas frente a ella, votando una bocaranada de sangre.

Me quedo mirandola fijamente mientras la vida se me va.

Ella suelta el arma y comienza a llorar.

—lo siento —dice en medio del llanto —pero tenía que hacerlo, te mereces morir.

Se da vuelta y comienza a irse, mientras yo siento morirme.

—¡Mibsan, Mibsan! —escucho una voz que me llama a mis espaldas.

Termino de caer al suelo sintiendo agonizar.

—¡Mibsan! —vuelve a llamar aquella voz femenina.

Veo a una hermosa mujer, la cual inmediatamente logro a reconocer, llega corriendo hasta a mi, se inclina, toma mi cabeza entre sus manos y la pone en su regazo mientras me mueve.

—¡Mibsan por favor! —me dice en medio del llanto —¡No mueras, hijo de mi alma!

Pero ya es demasiado tarde.

Mis ojos lentamente se comienzan a cerrar, dando espacio a la eternidad.

Una eternidad sin Dios por el resto de todos los siglos.

UNA ANTORCHA ENCENDIDA EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora