Salmos 100
4 Entrad por sus puertas con acción de gracias,
Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.Le hago una señal para que Darco prosiga.
Annie me da una mirada suplicante pero la ignoro por completo.
Esa chica me ha hecho pasar muy malos ratos.
Aún así durante todo el camino hacia el templo pensé en ella.
Incluso se me vino la idea de haberla traído a la iglesia, pero no me da confianza, no sé.
Una hora después.
Una sonrisa aparece en mis labios al ver que ya estamos en el templo.
No espero a que Darco me abra la puerta, lo hago por mi propia cuenta y entró a la casa de Dios.
Inmediatamente llega a mi mente el Salmo 100:4.
—que toda la gloria sea para ti mi Dios —digo en voz baja.
Miró a los ujieres los cuales están súper afanados arreglando la casa de Dios.
—Dios la bendiga —saludo a una joven que está acomodando sillas.
—amén —responde con una leve sonrisa, luego vuelve a su trabajo.
—bendiciones —saludo a un hermano el cuál está limpiando sillas.
Él levanta su mirada hacia mi.
—amén hermanita, bienvenida a la casa de Dios. —contesta.
—gracias —respondo.
Camino hacia el altar y me arrodillo a orar.
—Dios mío, yo te doy gracias por el privilegio tan grande que me concedes de estar aquí en tu casa, gracias por guardarme, por cuidar de mi, yo sé que si estoy respirando es por tu inmenso amor...
Treinta minutos después.
Luego de pedirle el respaldo a Dios me levanto del altar y voy hacia donde se encuentran los instrumentos.
Al primer integrante de la alabanza que veo es al hermano Daniel el cual me da una sonrisa tímida.
—Dios lo bendiga hermano —le digo con una gran sonrisa mientras doy una leve palmadita en su hombro.
—amén —responde un poco sonrojado.
Él es un chico muy penoso.
Me quedo mirandolo y eso hace que se sonroje más, al final se agacha y hace que está acomodando un tornillo de la batería para evadirme.
Justo a tiempo llegó la hermana Sara.
—Dios la bendiga hermana —me saluda un poco agitada —¿Llegué tarde? —pregunta.
—para nada —respondo —justo a tiempo.
—gloria a Dios —exclama.
Miro mi reloj y creo que el que va a llegar tarde es el pianista.
«Siempre es lo mismo».
Suspiro y me quedo mirando el segundero.
45, 46, 47, 48...
—¡Llegué! —habla el hermano Damián.
Parece que acaba de salir de la ducha porque algunas gotas caen de su cabello.
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UNA ANTORCHA ENCENDIDA EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS .
RomanceHombre frío, calculador, lleno de odio, que solo le importa su propio bienestar. es un poco de la descripción de Mibsan, mejor conocido como la bestia, por sus actos de crueldad. ¿Será que un hombre así puede cambiar?. acompañame en esta historia pa...