52. TU AMADA.

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Proverbios 6

28 ¿Andará el hombre sobre brasas
Sin que sus pies se quemen?





Me acerco un poco más con la intención de examinarlo, pero el peso de su mirada me hace detener.

Es un peligro estar mucho más cerca de él.

Por un momento imagino ¿Que pensaría mi pastor si me ve a solas con este varón?.


Además lo más seguro es que muy pronto vaya a casarme si esa es la voluntad de Dios.


Pero sino me detengo, sino detengo esto que está pasando en mi corazón, tal vez...

Tal vez después sea demasiado tarde para detenerlo y quizás luego solo me quede arrepentimientos.

Creo que aunque me cueste aceptarlo este chico de alguna manera me está llamando bastante la atención.

Y eso es malo.

Muy malo porque él no conoce a Dios.

—ey —Mibsan truena sus dedos frente a mi haciendo que vuelva en si.

—¿Que? —lo miro a los ojos.

—nada, —levanta una ceja —es que por un momento tu alma se fue y solo quedo el cuerpo.

—dame tu muñeca —le digo seria.

—¿Para que? —pregunta.

—para revisarle el pulso.

—okey —estira su mano hacia mi.

Voy a tocar su pulso.

Pero una punzada en mi vientre hace que la suelte de inmediato y me mande las manos a la parte dolorida.


—¿Que pasa? —pregunta Mibsan con indiferencia.

—nada —respondo con dificultad.

Me quedo quieta esperando a que el dolor se me pase.

Finalmente cuando siento que se me pasó vuelvo a examinar el pulso de Mibsan.

—¿Segura que estás bien? —vuelve a preguntar.

—sip —respondo.

Supongo que solo pregunta por cortesía ya que a él no le interesa nada.

Ni siquiera se dió cuenta cuando su hermana me empujó por las escaleras.

—el pulso está bien —le informo.

—¿Y el corazón? —pregunta.

—con el pulso está bien —respondo alejándome de él.

Justo para mí mala suerte me vuelve a dar otra punzada en el vientre.

Apreté mis labios con fuerza para no quejarme.

—definitivamente no estás bien —confirma.

Es ahí cuando me doy cuenta de lo que me está sucediendo.

«No».

«Esto no me puede estar pasando».

—¿Necesitas una pasta? —me pregunta Mibsan mirándome. —aunque creo que tú eres doctora y has de saber perfectamente lo que se debe hacer.

Me lamento internamente al saber que no vine preparada para este suceso.

—voy al baño —le digo tratando de salir lo más rápido posible de ahí.

—que te vaya bien —le escucho decir.

UNA ANTORCHA ENCENDIDA EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora