21. USA MIS MANOS.

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Apocalipsis 12
11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.


Pensé que aquel auto chocaría contra mi, incluso los que me perseguían también lo pensaron porque se detuvieron.

Pero el auto ni siquiera me tocó, solo llegó hasta mi y se detuvo.

Definitivamente la misericordia de Dios para conmigo es muy grande.

Debido a que ya era de noche, me encontraba totalmente eclipsada por las luces, lo único que hacía era tapar mis ojos, no sabía a dónde ir, solo rogaba que la persona que fuera en ese auto fuera alguien de bien.

—¡¡Ayuda!! —grite.

Escucho la puerta del auto abrirse.

—¡¡No lo haga jefe!!, ¡¡No lo haga!!, —escucho varias voces masculinas. —¡¡Es peligroso!!.

De pronto siento como unos brazos me rodean y me cubren con un abrigo.

Mi corazón se sobresalta al comenzar a oír muchos disparos, me tapo los oídos e intento tirarme al suelo.

Pero aquellos brazos me abrazan con fuerza, siento que me levantan y me sacan de ahí.

—tranquila —me dice una voz familiar —todo va a estar bien.

Lo dice con tanta seguridad que a pesar de estar en medio de una balacera, siento que todo va a estar bien.

Todo paso demasiado rápido, cuando me dí cuenta ya estaba en un auto el cual iba a toda velocidad.

Me quito aquel abrigo y miro a la persona que me ayudó.

Mi corazón salta de felicidad, cosa que no debería hacer pero lo hace.

Es Mibsan.

El hermano de Linda.

El fue el que me ayudó.

Una vez más me libra de algo, es la persona que Dios ha usado como mi protector, siempre llega a tiempo.

Aunque no entiendo cómo lo hizo, no sé si fue coincidencia o...

—¡¡¿Tu?!! —pregunto sorprendida.

Él aprieta sus labios haciendo que se vea más cautivador por así decirlo.

El tiene una forma de ser un poco especial, la cual lo hace único.

—si, yo —responde mientras respira con dificultad —¿Tienes algún problema con eso? —pregunta.

En vez de enojarme por la forma en que lo dijo, solo me límite a sonreír.

Me sentía tranquila y segura estando a su lado, aunque no debería de ser así.

Digo, él es un hombre que ni siquiera conozco bien, no debería de ser tan confiada, algo que me ha enseñado mi primo es que nunca debo confiar en nadie, ni siquiera en mi propia sombra, solo en Dios.

—gracias —es lo único que puedo decir.

Él intenta sonreír pero más bien hace una mueca mientras recuesta su cabeza hacia atrás y cierra los ojos.

—se lo dije jefe —habla alguien mas —era peligroso.

Me giro a ver y es ahí cuando me doy cuenta de la situación.

La persona que habla es un chico aproximadamente de unos 20 años, pero no es él único aquí, hay más hombres.

Por cierto estamos en un auto con bastante espacio, vamos en los puestos traseros y adelante aparte del conductor también hay otro hombre.

UNA ANTORCHA ENCENDIDA EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora