40. UN SÁNDWICH.

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1 Reyes 2.

5 Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, a los cuales él mató, derramando en tiempo de paz la sangre de guerra, y poniendo sangre de guerra en el talabarte que tenía sobre sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies.

6 Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás descender sus canas al Seol en paz.



Siento que se me cae la cara de la vergüenza por pedazos.

Siento que de alguna forma he violado su privacidad y eso no está bien.

—¿Ya se puso algo? —pregunto al rato ignorando su pregunta.

—¿Por qué debería de hacerlo? —responde con otra pregunta —esta es mi habitación y si quiero puedo andar desnudo, estoy en mi espacio.

Aprieto la bandeja al escuchar su respuesta.

De verdad que cuando se propone ser molesto, puede sacarle el mal genio a uno.

Respiro profundo.

Tomo aire por la nariz y lo voto por la boca.

«Dios mío deme paciencia».

—joven Mibsan —hablo lo más profesional posible —sino se pone una camisa, me veré en la obligación de no darle el desayuno.

—¿Me estás amenazando con el desayuno? —pregunta con voz divertida.

—estoy hablando muy enserio —le digo sin atreverme a darme vuelta.

Él suspira y escucho sus pasos acercarse.

—pues sino quieres darme el desayuno —su voz se oye bastante cerca —entonces yo lo tomaré.

—de ninguna manera —me atrevo a desafiarlo.

Antes de que termine de llegar a mi.

Me apresuró a correr con todo y bandeja.

Pero él de manera ágil me tomo de la cintura con una sola mano y me hizo dar vuelta.

Todo pasó tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar.

Sus movimientos son demasiado precipitados.

Todavías no reaccionas de algo cuando él ya ha hecho lo otro.

Cuando me di cuenta yo estaba frente a el a una distancia muy corta y él tenía la bandeja en sus manos.

—¿Decías? —me pregunta.

Yo lo miro atónita con la boca abierta sin terminar de asimilar lo que pasó.

Afortunadamente ya tiene puesto un camibuso.

Yo creo que esté chico tiene que trabajar con fuerzas especiales o algo similar para tener movimientos tan precisos.

—no te quedes ahí parada como estatua —me dice.

Toma un pan de la bandeja y sin decir nada me llena la boca con él.

Luego se da vuelta y regresa a su habitación.

Reaccionó y me comienzo a comer el pan mientras entro a la habitación.

—llegaste tarde, —se queja mientras se sienta en la cama para desayunar —tuve que bañarme solo.

Ignoró su comentario y me siento en mi silla habitual al lado de su cama.

—¿Co...como hiciste eso? —le pregunto.

UNA ANTORCHA ENCENDIDA EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora