Santa Biblia Reina Valera 1960 - Proverbios 28
17 El hombre cargado de la sangre de alguno
Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá.Narra Mibsan:
Creo que esto es lo más doloroso que he visto en todo mi miserable vida.
Veo como Felicia cae al suelo lentamente por mi culpa, veo como de su rostro se va el color, pero aún así en su mirada solo hay amor.
No tuve el valor suficiente de apuñalar su corazón.
Ahora que me fijó, me doy cuenta que es el mismo cuchillo que usé en el sueño, la única diferencia es que no estamos en la cocina sino en el comedor.
Veo como su rostro comienza a palidecer debido a la cantidad de sangre que está perdiendo, pero aún así me sigue mirando con amor.
Su mirada me dice:
Tranquilo, yo te perdono.
A pesar de que no entiende porque lo hice, ya que puedo ver confusión en sus ojos, pero aún así me sigue amando.
Quisiera salir corriendo de aquí para no ver el momento en que su vida la deja.
De verdad que no quiero ver esto.
Pero no puedo irme, porque afuera está Azricam el cual vendrá por Ricardo.
Prefiero matarlos yo, y no ver cómo son torturados.
Me siento la persona más despreciable de todo el mundo.
Mientras veo a Felicia morir, siento que algo en lo muy profundo de mi ser se rompió.
Quizás era lo único bueno que tenía.
Me siento tan desdichado y miserable.
Cuanto diera porque aquella vez en el hospital Ricardo y Felicia no me hubieran ayudado.
Tal vez yo ya estaría muerto, pero Felicia estaría bien.
La puerta se abre de golpe haciendo que salga de mis pensamientos.
Miró y es Ricardo.
Este al ver aquella escena corre hacia Felicia con la intención de ayudarla.
—¡¿Que has hecho, hijo de mi alma?! —pregunta al ver los ojos de Felicia cerrarse. —¡¿Por qué lo haz hecho?! —vuelve a preguntar al ver que no respondo —¡¿Que hicimos mal?!.
Trago grueso antes de empuñar el arma e ir contra él.
—su único pecado fue ayudarme —respondo antes de proceder.
Minutos después.
Salgo de ahí con las manos llenas de sangre y parte de mi ropa.
Sencillamente no puedo creer lo que hice.
«Yo los maté».
«Lo hice con mis propias manos».
Me miró a mi mismo y lo único que hago es temblar.
«Soy un monstruo».
Esto que hice me perseguirá hasta el último día de mi vida.
Me quedo parado afuera mirando a la nada, quisiera llorar pero no me salen lágrimas.
Además no tiene lógica llorar por ellos cuando fui yo quien los mató.
Me duele recordar a Ricardo y sus últimas palabras.
—si eso te hace feliz entonces hazlo —fue lo último que dijo.
Ni siquiera lucho por defender su vida, era como si al ver a Felicia muerta, ya no tuviera razón su existencia.
ESTÁS LEYENDO
UNA ANTORCHA ENCENDIDA EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS .
RomanceHombre frío, calculador, lleno de odio, que solo le importa su propio bienestar. es un poco de la descripción de Mibsan, mejor conocido como la bestia, por sus actos de crueldad. ¿Será que un hombre así puede cambiar?. acompañame en esta historia pa...