10. LA VIDA SIN DIOS.

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Hola mis lectores hermos@s paso por aquí para saludarles en especial a mis niñas que siempre cumplidamente hacen posible un capítulo más.

Dios me las bendiga.

No digo más porque ahora mismo tengo una salida.

Así que aquí les dejo su capítulo y la promoción sigue en pie.

Bendiciones.



Santa Biblia Reina Valera 1960 - Salmos 118
17 No moriré, sino que viviré,
Y contaré las obras de JAH.




No lo podía creer, simplemente era imposible o tal vez fue una broma de mal gusto de aquel sicario.

El arma no estaba cargada, por más que jale el gatillo está no funcionó.

Por un momento pensé que era por mi temblor.

Mis manos no paraban de temblar juntamente con todo mi cuerpo y unas leves gotas de sudor bajaban por mi frente.

No estaba haciendo calor para que sudara, pero estaba sudando, tampoco estaba haciendo frío pero estaba temblando.

Solo Dios sabe el miedo tan grande que tenía, había llegado mi fin o al menos eso era lo que creía.

Aquel sujeto jamás me daría una segunda oportunidad.

Talvez debí de haberme ido con él aquella vez que apareció en la escuela.

Lamentablemente para ese entonces todavía era tan tonto que soñaba con poder ser feliz.

Creí que podía escapar de todo, que podía vivir como los demás niños, incluso me di la libertad de llegar a pensar que podía simplemente sentarme a jugar sin pensar en venganzas y olvidar por completo todo el dolor que me habían causado.

«Que tonto era».

Lo único que hago al ver que el arma no dispara, es abrazarme a mis piernas mirando con terror aquella puerta por la que el sicario salió.

Deseo que aquella puerta no se vuelva a abrir, estaría bien si muero de hambre, es mejor a ser comida de esos perros los cuales ahora solo se limitan a mirarme en silencio.

Suspiro y hasta lo profundo de mi entra aquel fétido olor a descomposición haciendo que tenga náuseas.

Cierro los ojos con fuerza para no mirar el lugar tan asqueroso en el que me encuentro, es peor que el cuarto en donde me encerraba la bruja Ogla.

Trato de imaginar algo bonito, e intento ignorar aquel horrible y fétido olor.

El miedo aumenta cuando abro los ojos y me quedo viendo una mano la cual parece haber sido arrancada del brazo.

Por un momento imagino que aquellas cosas pueden tomar vida y eso me aterra ya que son pedazos de muertos.

Vuelvo a cerrar los ojos.

—estan muertos, están muertos —me repito a mí mismo.

El silencio que hay en la habitación es tan grande que cualquier mínima cosa que llegase a acontecer la oiría.

Trato de escuchar algo del exterior pero parece que está habitación tiene dobles paredes porque no logro oír nada.

Solo me queda esperar lo eminente.


Horas después.


No sé qué tanto tiempo halla pasado, pero a medida que el tiempo pasa, la angustia aumenta más en mi, el miedo y terror es mayor, aún cuando me repito que debo ser valiente.

UNA ANTORCHA ENCENDIDA EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora