El alto rascacielos se desvaneció en el cielo, su vidrio azul y su hormigón hacían juego con el cielo descolorido.
El tráfico circulaba por carreteras tranquilas, con los motores ronroneando, creando el ambiente zumbante de una ciudad ajetreada.
Un par de Nike caminaban por las aceras, su blanco brillante resaltaba contra el gris apagado.
Con un empujón vacilante, las puertas delanteras se abrieron y el suave tintineo de una campana sonó armoniosamente.
Los labios color rosa melocotón se abrieron, liberando una temblorosa exhalación de aliento agotado.
Tiró de la correa de su mochila, sintiendo la lona áspera bajo sus dedos y el suelo alfombrado del vestíbulo bajo sus pies.
Era su viejo bolso del instituto, que ya no estaba lleno de libros y calculadoras; ahora estaba lleno de pantalones deportivos y botellas de agua.
Sus cejas se arrugaron mientras intentaba controlar sus nervios, rechazando pensamientos de insuficiencia y de futuros dudosos.
En cambio, pensó en todas las nuevas posibilidades que ofrecía este aburrido edificio industrial.
Después de todo, la emoción y la ansiedad son similares: una puede fusionarse con la otra en un gradiente sin esfuerzo.
La más leve sombra de una sonrisa adornó su rostro, pensando en oportunidades brillantes.
El efecto fue instantáneo y calentó sus sorprendentemente bellos rasgos.
Si tan sólo él supiera.
Si tan solo esa versión de sí mismo, esperando el ascensor plateado en el piso inferior, llena de optimismo y nerviosismo ansioso, supiera ...
Que los días que le esperaban, sus días de aprendiz, serían intervalos de veinticuatro horas de infierno, tras infierno.
Una pintura de fuego rojo anaranjado formando un paisaje infernal.
"Hola, novato".
La voz hacía señas, con un toque de condescendencia.
El niño, mayor que él, se cruzó de brazos frente a su pecho, su cuerpo alto y en forma irradiaba intimidación.
Sus ojos penetrantes lo escanearon, el 'novato', de arriba a abajo, con las pupilas moviéndose como un ascensor.
Huening Kai sintió que sus hombros se encorvaban bajo la presión de su mirada.
Era como si lo hubiera diseccionado, lo hubiera conocido a él y a todas sus entrañas con solo esa mirada.
"Hola", respondió Huening Kai, levantando dos dedos de la correa de su mochila para saludar tímidamente.