Capitulo cuarenta y tres | Luz roja

913 115 42
                                    

Reproducir: La carretera by Prince Royce

Reproducir: La carretera by Prince Royce

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

B E L L A

— Que tan mal puede salir?

— ¡Pff malísimo! — Exclamé.

Quackity movió la cabeza de un lado a otro.

— No voy a verme con ella sabiendo como probablemente sea. — Me quejé.

— Ni siquiera te haz tomado la oportunidad de saber cómo es realmente. — Dijo.

— No necesito hacerlo, ¿viste como trato a mi hermana ayer?, lo mismo hace con los demás. Solo que la gente la defiende por..linda, yo que se. — Proteste cruzándome de brazos.

— Tu eres linda. — Me dijo, le mire frunciendo el ceño. Este se sonrojó al instante. — Pero eso no tiene nada que ver.

— Y por qué lo mencionas? — Pregunté divertida.

Este tímido desvió la mirada.

— Como sea, yo opino que deberías aceptarle. Si la cosa va mal entonces me llamas y iré por ti. — Propuso nuevamente.

Giré hacia el, quedando así de frente. Lo sentí removerse nervioso, pero no le di importancia.

— Por qué siempre me cambias de tema cuando me tratas así. — Mencioné ladeando la cabeza mientras quitaba un mechón de su rostro que no me dejaba verle bien.

Este sonrió tímido. — Me pones nervioso cada que me miras de esa forma, déjame.

Reí.

— No tendrías por qué ponerte nervioso Alexis. — Solté por lo bajo.

Este me alzó una ceja, enseguida sentí como mis mejillas se calentaron. Su rostro se acercó al mío quedando a escasos centímetros de rozar mi nariz, no pude evitar sonreír tontamente cuando sus labios chocaron con los míos. Una sensación única y inigualable.

La tercera vez que besaba a quackity.

Nuestras respiraciones se mezclaron, solté un jadeo cuando su mano tocó mi cuello, estaba frío. Provocó que un escalofrío se presentara por todo mi cuerpo. Me atrajo más hacia el y cuando coloque mis manos sobre sus mejillas y abrí los ojos.

Lo vi a él.

Mi mente se bloqueó, y por más que quisiera dejar de pensarlo. Sebastián apareció en mi cabeza.

Doble vida | Roier Donde viven las historias. Descúbrelo ahora