Capitulo veintisiete | Miradas

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B E L L A

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B E L L A

— Nombre pues esto está más grande que mi vecindad no mames. — Solté impresionada la bajarme del coche y ver toda la mansión frente a mi.

Escuche como mis amigos rieron a mis espaldas.

— Ora tu pendeja, me vas a ayudar con tus cosas o que? — Escuche como Roier me dice.

Le mire, cargaba con mis maletas.

— Vuelve a decirme así y te parto tu madre. — Le amenaze, estuve apunto de tomar mis cosas pero siento que alguien más lo hace por mi.

— No te preocupes, yo si soy caballero. Deja te ayudo. — Me dijo valdo con un tono divertido.

Roier le saca la lengua infantilmente y toma su mochila.

— Mira y aprende mijo, póngase pilas. — Le dijo Juan el cual ya se encontraba en la entrada junto a ari.

Les seguimos y esperamos impacientes en la puerta, Juan hizo una llamada con el tal spreen avisando que ahora abría.

— Quienes más están aquí? — Preguntó mi hermana mientras fumaba de su vape.

A su lado felix se quejó quitándoselo y guardándolo en su bolsillo del pantalón. Samy ni se quejó, el era la excepción.

— Solo son carre y spreen. Creo. — Respondió Juan.

Éramos muchos, pero a la vez pocos. Se me hacía raro que ronaldo no estuviera con nosotros, según mi hermana se quedaría con Chapa en un hotel, no se por qué. Pero supongo que estaba mejor para mi.

La puerta se abre dejándonos ver a un pelinegro en short y chaqueta. ¿Tenía frío o calor?

A mi me sudaba hasta lo que no.

— Que onda amigo, cómo estás? — El primero en saludarle fue Juan debido a que estaba más cerca de él.

— Todo piola. — Le respondió este manteniendo la mirada en cada uno de nosotros. — Che, pasen, están en su casa.

Se hizo a un lado para que pasáramos, conforme lo hacíamos me hice la tonta para pasar casi al final. Cuando me adentré no pude evitar distraerme con la decoración de el interior, era muy bonito todo.

— Supongo que tú eres la hermana de rivers. — Me dijo este.

Cuando reaccione me di cuenta que solo quedábamos yo y el en la puerta, los nervios empezaron a recorrerme de arriba a abajo.

— Ah si, mucho gusto. Soy Isabella, pero puedes llamarme bella, o bel. — Me presente rápidamente sin tener aliento para suspirar.

Este río por aquello y acepto mi mano para sacudirla de arriba a abajo.

— Un gusto conocerte bella, espero que te sientas cómoda aquí. Con confianza. — Me dijo para obligarme a seguirle.

Esta casa era gigante, así que sin más le seguí el paso hasta notar que estábamos en una tipo sala pequeña. Note un setup en la esquina de esta.

Doble vida | Roier Donde viven las historias. Descúbrelo ahora