Capitulo cincuenta | Sabor fresa

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S E B A S T I A N

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S E B A S T I A N

Los tragos de alcohol que me había dado hace un par de horas me estaban empezando a hacer efecto, en realidad había perdido la noción del tiempo desde hace un rato, mientras la música sonaba al fondo y yo me movía de un lado a otro encontrando un poco de corriente de aire ya que en este traje me estaba rostizado tal cual como un pollo.

Aldo me había pedido que no perdiera de vista a osvaldo ya que estaba más borracho que yo, pero al darme la vuelta por que vi a alguien caerse de culo en el centro de la pista y burlarme de la situación, cuando volví a la normalidad Osvaldo ya no estaba a mi lado.

Mi karma era que Aldo me iba a cortar las pelotas en cuanto vea que no cumplí lo que le dije.

Osvaldo suele hacer pendejadas cuando está así, y peor en un lugar donde todos se conocen y cualquiera podría grabar la situación en la que esté.

— Hey tu, conoces a el Mariana? — Tome del hombro a el primer chico que me cruce.

Este frunció el ceño y me relojeo de arriba a abajo.

— Disculpa, quién eres? — Me preguntó.

— ¿Lo conoces o no? — Volví a preguntar un poco desesperado; mientras sentía como mis palabras se arrastraban en sí. — Tiene lentes, es más alto que un poste de luz, y dice emoboscada emboscada!

El chico me miró asustado, se dio la vuelta para así ignorarme por completo. Indignado tome de mi trago siguiendo mi camino.

— Pinche gente maleducada..— Solté por lo bajo.

— Que humillante, deberías irte ya a dormir wey. — Juan llega a mis espaldas y me rodea por los hombros, lo escucho reír después de eso.

¿De dónde cayó este?

— Y si tú te vas a dormir mejor, pinche pendejo. — Solté vacilante.

— Por qué estás buscando a osvaldo? — Me preguntó este intentando alejarnos de la gente.

Luis Miguel con el canto de la chica del bikini azul me hizo sonreír y empezar a bailar olvidándome por completo de geo y osvaldo.

— ¡Wey mi rola! — Exclamé acercándome a la pista de baile otra vez.

Juan me miró con el ceño fruncido, me tomó del brazo intentando detenerme pero no podía evitar moverme sin parar. Lo escuché suspirar con frustración.

Gente aburrida. ¿Quien no quiere disfrutar esa rolota?

— Cuanto tomaste roier? — Me preguntó en voz alta.

Le mire de reojo, me encogí de hombros y tomé otro sorbo de mi vaso. Hice una mueca al sentir el sabor del vodka puro.

¡Ugh! Guácala que rico.

Doble vida | Roier Donde viven las historias. Descúbrelo ahora