Capitulo cuarenta y ocho | Karma

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B E L L A

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B E L L A

La élite.

Es gracioso que la gente le llame así a un grupo de gente que solo juega videojuegos para evadir los problemas mentales tortuosos que rondan por su cabeza todas las noches, en lugar de ir a el psicólogo.

Si, es gracioso.

No sabía por qué hacían este tipo de reuniones, suponía que solo para que la gente nueva se familiarizara con los que ya tenían tiempo en twitch. Eran a veces agradables, pero la mayoría nunca acababan bien.

Mi problema era no cruzarme con tanta gente, y esta vez fue una mala idea aceptar venir a esto. Por qué era obvio que me cruzaría con todo el mundo.

En este momento me encontraba evadiendo quedarme con la gente. Acababa de llegar, no tenía un minuto y me quedé embobada con el lugar, era grandísimo, muy lindo. Todo se veía más costoso que todo el futuro de los streamers juntos.

Este vestido me incomodaba junto a los tacones, pero fingía que no lo hacían por completo, re acomodé mi bolso, junto a mi cabello ahora corto. Y con mi mano desocupada tomé un trago de una mesa que te recibía en la entrada.

Mis tacones resonaron sobre el piso brillante, camine por un pasillo, sonreía aún que no quería hacerlo, pero no quería a parecer en redes sociales como la chica más amargada del planeta.

Para el mundo y mi comunidad era la chica sonriente, que jamás tenía un día malo.

Supongo que me conocen muy poco.

Solo rezaba con no cruzarme con Sebastián. Era la persona que menos quería ver en este momento. Aún que sabía que lo vería, había visto algunas fotos de él antes de llegar.

Mis amigos ya se encontraban aquí, y esa era mi misión. Encontrarlos.

Un poco difícil.

No voy a negarlo.

— ¡Isabella, mi niña!

Aquel grito me desconcertó y cuando gire sorprendida tratando de ubicar aquello me encontré con molly.

— Pff, por fin una cara conocida. — Solté aliviada.

Esta me sonrió, me abrazó dejándome un resonado beso en la mejilla.

— Pero mira nomás, quisiera ser quackity para andarme comiendo esta belleza todos los días! — Exclamó esta obligándome a dar una vuelta en mi lugar.

Reaccione enseguida a lo que dijo y solo me solté a reír nerviosa.

— Que pendejadas dices Molly. — Solté entre dientes, fingiendo una sonrisa.

Esta carcajeo.

— Apoco no?, por cierto dónde está, no se supone que tiene que venir con su morrita de la mano y toda la cosa. — Me hizo a un lado fisgoneando a mis espaldas, suponía que buscándolo.

Doble vida | Roier Donde viven las historias. Descúbrelo ahora