Capitulo ocho | Extraño

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S E B A S T I A N

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S E B A S T I A N

No aldo no mames, cómo crees que a mi me pueda gustar mi mejor amiga?!

Aldo me miró entrecerrando sus ojos con una sonrisa ladeada, valdo al lado se aguantó la risa colocándose una mano en la mitad de su cara.

Acabas de sonar como si te gust..

Que no hijo de tu chingada madre! — Alce la voz con desesperación.

— Ya roier, era una pinché broma. Tranquilo. — Me dijo mariana.

— Pues no me gustan sus putas bromas. — reproche mientras me cruzaba de brazos.

Nos encontrábamos en el departamento de Osbaldo, Justo a unos cuantos de el de rivers y bella. Hoy rivers nos prohibido ir a su depa ya que dijo que tendría un directo importante que hacer y bella no estaría en todo el día. Con curiosidad le mande un mensaje para invitarla a con nosotros pero no me respondió, le llame dos veces un poco preocupado ya que ella siempre me contestaba y no contesto.

Es normal que me preocupe por bella.

Pero oh no, ahora resulta que para estos pinches mojones se les hace muy extraño que me preocupe por mi mejor amiga.

Hijos de perr..

— O sea y luego que son esas mamadas de tirarle guiños enfrente de todos wey, si viste no men? — Escucho como Aldo le dice a valdo.

Este asintió entre risas. — Si wey, hasta producción me dijo "ira ese wey romántico" — imitó con una voz súper ridicula.

— Felix ni siquiera habla así, pendejo! — intervine.

Mariana levantó sus manos en forma de paz.

— Ya roier, seguro que no tienes nada que contarnos? — Insisto Aldo.

Bufé.

— No wey. No tengo nada que decirles. — Me negué sobre el sofá. — Y ya dejen de preguntarme eso, de tan solo imaginarlo es muy raro.

— imaginar que?, que tú y bella se gustan? — Preguntó valdo inocente.

Hice una mueca. — No vuelvas a decir eso pendejo! Ella no me gusta y yo tampoco a ella!

— Y entonces por qué te sonrojas? — Me señaló Aldo.

Asustado saco mi celular para poner la cámara y mirarme.

— Cual sonrojado, pendejo! — Le grite molesto para solo recibir de su parte fuertes carcajadas.

— Ya roier, no te enojes, ya sabes cómo es el nahual. — Mariana me palmeo la espalda, yo le di un manotazo haciéndole que se retirara.

— Tu también ya cálmate pinché poste. — Le dije señalándole.

— Pícate el fundillo morro sin tripa. — Me levantó el dedo del corazón y a la vez se acostaba en el otro sillón para prender la tele.

Doble vida | Roier Donde viven las historias. Descúbrelo ahora