Capitulo cincuenta y ocho | Valijas

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I S A B E L L A

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I S A B E L L A

Me encontraba haciendo las maletas para este fin de semana. No sé cómo es que Sebastián me había convencido de salir de la cama y aceptar las mil llamadas que mis padres me hicieron para confirmar mi viaje con mi hermana para celebrar mi cumpleaños. Al final de cuentas Samantha vino a buscarme a casa de osvaldo para verificar que estaba viva, intentamos hablar como dos personas maduras, y a pesar de no estar cien por cien convencida de que podía perdonarla.

Lo hice.

Estar con Sebastián me había convertido en una persona muy vulnerable, y es que el me convertía en una persona mejor. Pero era cierto que yo tampoco podía negar que estar mal con mi hermana, era estar mal yo.

— Verás que la pasarás muy bien, estarán todos tus primos. Y tus abuelos también. — Trató de animarme roier al ver mi expresión de enfado mientras echaba la ropa necesaria a mi maleta azul eléctrico.

El cual en una parte se encontraba llena de firmas de todos mis amigos que al mirarlas reí irónicamente ya que en este momento no me hablaba con ninguno de ellos. Después al lado de las firmas se encontraban algunas calcamonias que Sebastián me había regalado de mi película favorita. «Rayo Mcqueen»

Si, y que?

— No quiero ir. — Hice un berrinche a medias.

Sebastián se arrodilló a mi lado y me dio varios besos en la mejilla, luego en la nariz y finalizando en la comisura de mis labios.

— La pasarás genial bee, solo piensa en que ya podrás comer lo que tú quieras y no tendrás que hacer dieta por ninguna velada de boxeo.

Reí.

— Tal vez si me acompañaras, la pasaría mejor. — Me hice la tonta, ya que aquello se lo había pedido varias veces.

— El plan es que la pases con tu familia, y hermanas. — Me recordó. — Yo no tengo nada que hacer ahí.

— Por qué no? — Le mire.

Este se encogió de hombros.

— Solo somos amigos. — Mencionó.

Sentí como mi corazón se hizo un hueco, aquellas simples palabras me habían echo sentir mal de repente.

Aun que tampoco mentía.

Simulé que aquello no me había dolido, y sonreí.

— Tienes razón. — Me dispuse a seguir guardando mi ropa tratando de alejarme un poco de él.

Este lo noto enseguida, pero sin decir nada me ayudó con mis cosas, cuando tuvimos todo listo la cerramos juntos y el la coloco a un lado de la cama. Me recoste en la cama y dispuesta a girarme para darle la espalda, escucho como me habla.

— Bee, que pasa?

Pregunta. Le miró y este está preocupado.

— Nada. — Solté tajante.

Doble vida | Roier Donde viven las historias. Descúbrelo ahora