37. Una confesión no planeada

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

Ni siquiera entré a mi casa. Volví a meterme al auto y me dirigí a la dirección tan "misteriosa" que traía esa nota.

Entiendo que Leyla fue quien dejó ese papel al hacerme frenar el auto esta tarde, pero lo que no entiendo es a donde voy. Tal vez me pasó la dirección de un bar donde podamos hablar con más privacidad, creo que tiene sentido. Ella se veía muy paranoica cuando la llamé en el pasillo de la escuela, teme que nos descubran de nuevo.

Aunque no sé si decir "descubran" es correcto. Mia y Andrew la vieron, sí, pero no saben que es mi alumna, hasta creen que es una mujer de mi edad.

No lo sé, toda esta situación es rara.

Luego de unos veinte minutos de viaje llegué a un vecindario bastante agradable con lindas casas ya decoradas para Halloween, aunque tardé en darme cuenta. ¿Por qué estoy en un vecindario?

De a poco me pude ir percatando que ese sitio privado donde Leyla y yo podríamos hablar no era realmente un bar, y mi rostro mostró toda la sorpresa del mundo al entender lo que pasaba.

¿Estoy... yendo a su casa?

No pude evitar sentirme inquieto al saber que estaba dirigiéndome a la casa de Leyla. Mis manos no tardaron en sentirse sudorosas mientras millones de pensamientos paranoicos se cruzaban por mi mente.

La casa de alguien es algo demasiado, pero demasiado personal. ¿Por qué ella está dejándome ir? ¿No se sentirá incómoda? ¿Y si toco timbre y me atiende su papá? ¿Qué hay de los vecinos? ¿Los vecinos no verán raro a un hombre de treinta y pico entrando a la casa de una adolescente? ¿Y si Leyla busca tener sexo? ¿Y si justo su papá aparece cuando estamos teniendo sexo?

— Basta, basta —hablé conmigo mismo intentando detener mi paranoia.

Estacioné mi auto frente la casa que parecía ser la de Leyla según los números anotados en el papel y me bajé para quedarme frente su puerta, observando las decoraciones simples como lo eran flores o un tapete de bienvenida.

No tenía el coraje de tocar timbre o golpear la puerta, porque sé que Leyla está allí dentro esperándome. Desde que yo fui a mi casa y luego vine a la de Leyla, pasaron como treinta minutos, ella debió llegar aquí en todo ese transcurso.

Tomé la mayor cantidad de aire posible y en el suspiro más eterno de la historia toqué el timbre. La puerta tardó unos segundos en abrir, pero cuando lo hizo me sentí aliviado de ver a Leyla. Sentí que mis nervios se esfumaron en el aire, ya que es la primera vez en cinco días que ella puede mantener el contacto visual conmigo.

— Hola —habló ella primero, mostrándose no muy cómoda y también molesta. Que mala combinación.

— Hola —repetí sus palabras cobardemente.

— Pase —se hizo a un lado con el mismo tono seco, cediéndome el paso.

Entré a la casa y aproveché los segundos donde Leyla cerraba la puerta para observar el lugar. Había una enorme diferencia con mi hogar. Aquí se nota que vive una familia, se siente cómodo y no tan deprimente como en mi casa, que apenas tengo una lámpara. Las decoraciones están muy relacionadas a la naturaleza y todo tiene una paleta de colores cálidos, es bastante lindo.

— Lamento haber ignorado sus mensajes —su voz me hizo girar a verla— Estuve teniendo... mis problemas para... hablarle.

— ¿Tus problemas?

— Mariconadas.

— ¿Mariconadas? —pregunté confundido.

— No tenía el coraje para hablarle. Eso.

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