32. No hay mal que por bien no venga

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

Debía olvidar la ridícula discusión que tuve con Leyla.

Apenas ella se fue de mi casa terminé el resto de mi trabajo, me hice la cena y fui directo a dormir. La semana continuó neutra y tediosa como siempre, hasta que llegó el viernes.

Di mis clases correspondientes y me crucé a Odette afuera de la puerta del salón, ya que debía tener las clases conmigo.

Pourquoi es-tu dehors? (¿Por qué estás afuera?) —pregunté acercándome a ella mientras abría la puerta del salón, visualizando a Leyla dormida en su pupitre.

Je t'attendais parce que je suis gêné de prendre une chaise (Lo estaba esperando a usted porque me da vergüenza agarrar una silla) —respondió con una sonrisa que la mostraba ansiosa, por lo que alcé mi ceja curioso de aquella emoción.

Est-ce qu'il se passe quelque chose dont vous êtes si heureux? (¿Sucede algo que estás tan feliz?)

J'aime avoir des cours avec toi (Me encanta tener clases con usted) Cela me facilite beaucoup l'apprentissage (Me facilita mucho el aprendizaje) —sonreí agradecido de saberlo.

— Je suis heureux de savoir (Me agrada saberlo) Entrez, je vais vous chercher une chaise (Entra, te conseguiré una silla) —extendí mi brazo hacia el salón cediéndole el paso.

Odette entró con la misma sonrisa con la que me recibió y yo cerré la puerta para mantener el salón en silencio. Me percaté de una silla al fondo del salón, así que pasé entre medio de unos pupitres para alcanzarla y acomodarla al lado de mi escritorio, donde había dejado mis pertenencias anteriormente.

— Saquen sus cuadernos y copien lo siguiente. Les dejaré una tarea para entregar el próximo viernes —me quité el saco y lo dejé colgando del respaldo de mi asiento.

Luego de copiar las preguntas que preparé el martes para esta clase tomé asiento y le dicté la tarea a Odette en francés, que pronto se puso a completar como pudo sacando información de internet (ya que yo no podía traducirle todas las páginas del libro de historia, sería eterno) 

Mientras los estudiantes empezaban con eso yo vigilaba a Leyla, que estaba dormida. Su cabeza estaba escondida en sus brazos y su torso era cubierto por un suéter. Notaba que ella respiraba agitada, aunque a la vez parecía estar llorando, pero dudo que sea así. No oigo ningún sollozo de su parte.

Cuando quise apartar la mirada me di cuenta que Emily y Ana la miraban con preocupación, y esa fue razón suficiente para que yo me altere creyendo que le sucedió algo.

— ¿Le pasa algo a Leyla? —ambas me miraron— ¿Por qué está así?

— No sabemos —respondió Ana— Lleva todo el día sintiéndose mareada y con dolor de cabeza. Hace rato se puso así intentando descansar —fruncí el ceño y miré a Leyla que no se movía de su posición.

Me levanté del escritorio y fui hacia su pupitre para tomarla del hombro y sacudirla un poco.

— ¿Leyla? —la llamé— ¿Estás despierta?

Emily se acercó y apoyó la mano en su cabeza para sentir su temperatura, sorprendiéndose y alarmándome con su reacción.

— Está hirviendo. Creo que tiene fiebre.

— ¿Fiebre? —pregunté sorprendido— ¿Acaso vino enferma a la escuela?

— ¿Profesor? —oí la voz ronca de Leyla y la miré justo cuando levantó la cabeza, mostrando sus mejillas coloradas.

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