46. La cita

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

Llegó el momento de mi cita.

Esta noche no hacía tanto frío, y creí que cambiar un poco mi vestimenta demostraría que me encuentro cómodo con Leyla, así que opté por esa opción. Me vestí con mi mejor traje, pero esta vez no usé el saco y cambié la camisa blanca por una negra.

¿Eso es poco? Yo siento que es demasiado cambio para una noche. ¿A ella le gustará?

— Necesito tu ayuda. No sé que hacer con mi ropa —le comenté angustiado a Mia a través de la videollamada.

Jamás creí que llegaría este momento —dijo evitando reír— ¿Desde cuándo eres inseguro con tu ropa?

— No quiero ir tan... "de profesor" a la cita —dejé el celular sobre mi mesa de noche para apoyarlo en la lampara, así se quedaba parado y apuntándome— ¿Esto está bien? No iré con saco, y cambié la camisa.

Estás perfecto, amigo.

— No me mientas. Siempre que intento algo con mi ropa lo quieres cambiar —ella se quedó en silencio pensando en cómo responder a eso, y al rato suspiró.

Sí, es verdad. Deberías soltarte más la camisa, sigues viéndote como un profesor, y quítate la corbata.

— Menos mal me veía "perfecto" —le reproché mientras le hacía caso.

¿Irán al mismo lugar al que te canceló?

— Sí, esta vez pedí reserva temprano —abrí dos botones de mi camisa para que el cuello no me apriete y la miré, esperando una opinión— ¿Qué tal así?

Vas bien, pero puede ser mejor —fruncí el ceño.

— Nada te gusta.

No me convencen las mangas. ¿Por qué están tan apretadas a tus muñecas? ¿No se te corta la circulación?

— Puedo desajustar eso también si quieres.

Sí, por favor —alcé mis cejas y desabotoné los botones del bordillo para remangarme un poco— ¡Bien! James, remangarse es la mejor opción. Debes presumir esos brazos.

— Gracias, Mia —respondí sin saber como reaccionar a ese comentario y recogí mi celular.

De nada. Recuerda llevar condon-

— Adiós —colgué sin querer escuchar otra palabra y guardé el teléfono en mi pantalón.

Una vez que terminé de prepararme me subí al auto y fui a buscar a Leyla, aunque estacionando algo lejos de la puerta para que su padre no me vea.

Luego de avisarle que llegué la vi salir de su casa con un vestido morado hermoso. Tenía los hombros caídos, el torso ajustado a su cuerpo y se volvía suelto bajo la cintura, llegándole hasta las rodillas.

¿Cómo puede ser tan linda?

— Buenas noches —me sonrió al asomarse por mi ventana para darme un beso en los labios.

— Hola, linda —me sentí contagiado por su sonrisa y ella se subió al auto— Ponte el cinturón —le advertí conociéndola.

— Sí sí —evitó reprochar y se lo abrochó, dejando su bolso sobre sus piernas— Espero no caminemos mucho esta noche, decidí ponerme los peores tacones.

— ¿Quieres cambiarte rápido antes de irnos?

— No, está bien. La idea es verme linda.

— Te funciona —ella dejó salir una risa algo nerviosa.

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