8. Por tu culpa

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

No suelo tener favoritismo en nada, ni con comidas, películas, sitios, ni cosas donde puedas elegir algo por delante de todo. Yo no hago eso, acepto lo que se me da y listo. Pero en estos momentos estoy teniendo un increíble favoritismo con los días de la semana, ya que prefiero cualquier día excepto los martes y viernes.

Estoy empezando a sentir un odio bastante detallado sobre esos dos días. No quiero dar clases donde está Leyla, no la quiero tener frente a mí. Esa... maldita me está arruinando la vida. El lunes tuve un momento de desesperación donde casi me dio una erección en el medio del pasillo, y todo por chocar con ella. No quiero tener esa misma situación otra vez.

Es martes, el receso acabó y me dirijo con toda la pereza del mundo hacia el salón. Mi presencia sigue aterrando a todos y yo tomo asiento esperando que los estudiantes traigan sus tareas hechas al escritorio. 

Mi forma de dar la materia es sencilla; explico un nuevo tema, los hago copiar cosas esenciales de aquello y luego les dejo preguntas que deben contestar en la misma clase. En otra clase les dejo tarea, tienen las dos horas para poder llegar a completar hasta la mitad, si veo que no es así me encargo de vigilar a los estudiantes que no hicieron nada, ya que ellos seguramente estuvieron utilizando el teléfono a escondidas por debajo de la mesa. La otra mitad de la tarea se deja para hacer en casa, espero a las futuras clases, me entregan todo y les dejo una tarea más sencilla para hacer mientras yo corrijo sus cosas.

No es difícil tener orden, yo hago todo a la perfección, lo que es difícil es conseguir aquel orden en personas, específicamente en adolescentes, que es una de las peores etapas del ser humano. Es por esta razón que hay que adjudicar miedo y autoridad, de esa forma no se descontrolan, y si lo llegan a hacer, lo hacen con miedo. En mis nueve años siendo profesor, ningún estudiante me faltó el respeto o hizo algo indebido en clase.

A excepción de Leyla, claro.

Con el paso de los minutos los estudiantes me van dejando la tarea hecha en la mesa y yo comienzo a corregir con calma, permitiendo que mientras tanto, los otros que no alcanzaron a terminarla aprovechen ahora.

— Profesor —alcé la vista para ver de quién se trataba, y cuando supe que era Ana continué con las correcciones.

— ¿Qué necesitas?

— Hoy tuve que salir corriendo de mi casa porque llegaba tarde y olvidé la tarea —dijo apenada y temerosa a lo que responda por lo que suspiré.

— Te lo perdono solamente porque sé que eres responsables con las cosas. Me lo entregas la próxima clase —ella se sorprendió.

— ¿De verdad? Muchas gracias.

— Vuelve a sentarte —detuve su emoción y ella se quedó callada para hacerme caso.

Al rato alguien dejó caer su tarea de manera algo brusca frente a mí por lo que alcé mi ceja y miré, pero me sorprendió notar que era Leyla.

— Hice la tarea —comentó con el semblante serio, dejándome sentir que haría alguna de sus escenas exageradas y desubicadas.

— La próxima entrega de una mejor forma, no tirando las cosas —dejé su tarea con las otras y continué corrigiendo.

Leyla no dijo ni una sola palabra que fue a sentarse a su mesa, cosa que me dejó extrañado. Ya le dije a la chica que si volvía a entregar la tarea con las respuestas de sus compañeras ella iba a estar en problemas, dudo que sea tan tonta para volver a hacerlo, porque yo sé cuando un estudiante se copia.

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