Su tío y tutor legal se había aprovechado de su estado y se había estado beneficiando de su herencia. Entonces ese tal Jens tenía razón, no tenía sentido alguno el hecho de que la quisiera sacar del camino. Tal vez alguien más estaba involucrado, pero, ¿Qué ganaría con esto? Lo más importante de esta situación era que no podía confiar en nadie, que cualquiera podía ser sospechoso de querer sacarla del camino de manera silenciosa.
Le dolía la cabeza solo de pensar que tenía que estar mirando por encima del hombro todo el tiempo, desconfiando de todo y de todos. Pero ahora mismo había algo más urgente en lo que tenía que concentrarse. Aún no sabía como debería actuar cuando aparecieran por la puerta personas totalmente desconocidas para ella. Tal vez ese hombre, Jens, la había ayudado un poco sin saberlo. No podía actuar como una niña, porque no lo era en realidad. Pero podía lucir desconcertada y confundida, pues así era como se sentía en realidad. Como había sido víctima de un accidente y llevaba tantos años dormida, sería normal no recordar nada, así escondería su desconocimiento acerca de este mundo y podría empezar de cero.
Cerró los ojos y suspiró, esto era demasiado extraño, pero debía adaptarse si quería sobrevivir. Tenía que aprender todo lo que pudiera y tratar de tener una vida al menos más larga que la anterior. Aunque por lo que había escuchado antes estaba bajo un riesgo inminente, su tío era al parecer su tutor legal y hasta que no se casara no podría salir de aquí, así que estaría expuesta a cualquier "accidente". Tenía que casarse lo antes posible, tenía que atraer a su prometido, él debía enamorarse locamente de ella. Debía recuperarse rápido para lograr su objetivo, pero nadie podía saberlo, tenía que aparentar ante todos que era alguien débil, inocente e inofensiva. Debía ser obediente, aunque un sentimiento de rebeldía por estar en esta situación emergía de su interior.
Dio un largo suspiro, era una princesa, su vida aparentemente estaba resuelta, pues no tendría que volver a pasar por las penurias de su vida anterior. Supuestamente, debía vivir en un enorme castillo como los de los cuentos de hadas y casarse con un príncipe. Tener una vida pacifica y larga, con todas las comodidades, sin tener que trabajar o preocuparse por nada más. Entonces, ¿Por qué si tenía una segunda oportunidad todo tenía que ser tan complicado y peligroso para ella? ¿Acaso estaba recibiendo algún tipo de castigo por algo que había hecho mal? ¿A quién demonios había enfadado tanto para que esto le estuviera sucediendo?
Apoyó los codos en la cama y haciendo un esfuerzo sobrehumano logró levantar la cabeza de la almohada y alzar un poco su espalda, pero sus brazos, aún débiles por el esfuerzo que había hecho anteriormente, no aguantaron y cayó acostada en la misma posición. Se sintió mareada por el esfuerzo, respiraba agitada cuando alguien entró. Era una sirvienta regordeta de unos cuarenta años de cabello castaño oscuro recogido pulcramente. Venía con una palangana llena de agua que cayó de sus manos cuando la vio despierta. Abrió mucho sus ojos grises y se llevó ambas manos a la boca con expresión de incrédula felicidad reflejada en su amable rostro.
Alertados por el ruido, pudo escuchar pasos apresurados cerca de la puerta y varias personas entraron en la habitación. El primero era un hombre de cabello rojizo y ojos ámbar que miró en su dirección entornando los ojos con desagrado, lo seguía una mujer de cabello negro recogido en un hermosísimo peinado, su vestido de un rojo escandaloso y su empalagoso perfume parecían llenar el lugar. La mujer ni siquiera miró hacia la cama, no parecía importarle en absoluto si había alguien acostado o no. Luego entró un joven hombre de cabello rojizo y ojos violeta que a decir verdad lucía muy apuesto, le lanzó una mirada amable y le dedicó una dulce sonrisa. Junto a él había una hermosa joven con el cabello oscuro y una mirada fría y aburrida en sus ojos ambarinos. Su vestido no era tan escandaloso como el de la otra mujer, pero se veía que se había elaborado con materiales finos y caros.
Tras ellos entraron varias personas más, al menos diez, así que antes de darse cuenta la habitación que era amplia se sentía atestada. Todas las miradas estaban puestas en ella mientras el nerviosismo en su interior crecía. Tenía que actuar de manera creíble o su vida terminaría antes de haber empezado. La sirvienta corrió a su lado, acomodó unas almohadas y luego la ayudó a incorporarse con suavidad.
Un hombre entrado en años que vestía una túnica blanca con ribetes dorados en el cuello se separó de los presentes y habló con voz suave pero autoritaria. —Por orden real examinaremos a la princesa, así que por favor deberán esperar afuera hasta que concluyamos
—Con el debido respeto hacia la orden real, yo soy su tutor, así que debo estar presente —protestó el hombre de cabello rojizo y ojos ámbar.
—Nunca le negaría la estancia conde Ellerys — dijo el sanador con una corta reverencia.
Un hombre entró de repente provocando una tensión inmediata en la habitación. Aunque la temperatura estaba cálida y agradable afuera de la ventana, dentro del lugar parecía que se hallaba bajo cero. Ella pudo reconocerlo de inmediato, era el que la había atrapado luego de su caída por la ventana. Vestía una gran armadura de metal rojizo que sonaba cada vez que daba un paso, siendo este el único sonido que podía escucharse. Parecía como si todos hubieran dejado de respirar al unísono. Su fuerte mandíbula se tensó al mirar hacia la cama mientras sus ojos rojos se entornaban en una mirada de intensa ira. Su cabello castaño ondulado, aunque estaba desordenado, le caía de manera elegante en la frente. Puso una mano sobre la empuñadura de su enorme espada y le lanzó al conde una mirada asesina mientras todos abandonaban el lugar como si huyeran de la presencia de un demonio. "Me odia" pensó Aylah bajando la vista de inmediato, esos ojos se veían temibles.
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Destinada a renacer
FantasyDespertó en el cuerpo de alguien más, tenía una segunda oportunidad de vivir en un mundo lleno de magia y hermosos castillos. Pero sus esperanzas de una larga y tranquila vida son destrozadas de inmediato por su oscuro destino. Ahora es Aylah, l...