7 - Enemigo disfrazado

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La tarde transcurría tranquila, hoy los tratamientos habían terminado temprano, así que solo le quedaba esperar con paciencia a que este día terminara y empezara el siguiente. Pero su monótono plan fue interrumpido cuando alguien entró. Se trataba del apuesto hombre joven de cabello rojo que había entrado a su habitación tras el conde y su esposa.

. Alzó la vista interesada por un instante en el hombre que se quedó parado en la puerta mirándola. Luego simplemente lo ignoró y continuó mirarando el paisaje agreste por la ventana abierta, tenía que mantener su imagen de niña inocente que no recuerda a nadie, así que ignorarlo sería lo mejor, no quería tener nada que ver con la familia del conde. El hombre se le acercó caminando con lentitud y cuando estuvo lo suficientemente cerca se agachó para quedar a la altura de su rostro. Ella lo miró con sorpresa por un instante al sentir su espacio personal invadido tan de repente y bajó la vista hacia su taza de té tratando de ignorar de nuevo al intruso actuando de manera tímida. Una rara sensación se extendió por todo su cuerpo, si no lo conocía ¿Por qué se sentía tan incómoda con su presencia?

- Oh mi pequeña muñeca – suspiró con suave voz - ¿No sabes quién soy, cierto? – preguntó con una nota de dolor en su voz

Ella giró su cabeza lentamente y lo miró atraída por el sonido de su voz. Su cara tenia un aire melancólico y sus ojos violeta lucían tristes pero aun así la miraban con intensidad. Sonrió al ver que ella lo veía con inocente curiosidad.

- Soy tu primo Ellies – sonrió aun mas al ver que ella movía un poco los labios al parecer intentando decir su nombre – por fin pude verte, mi padre esta casi obsesionado con tu recuperación, han venido varias personas a visitarte pero el no permite a nadie entrar, no quiere que nadie entorpezca tu tratamiento, incluido yo – hizo una mueca irónica – pero tenía demasiadas ganas de verte y te traje algo – Aylah apenas había notado de que el traía una mano escondida en su espalda – cierra los ojos – dijo con voz suave y ella obedeció – ya los puedes abrir

Frente a su cara había una muñeca de finísima manufactura con un hermosos vestido verde botella, brillante y sedoso cabello oscuro y ojos azules. Abrió los ojos sorprendida, mientras que su cerebro trabajaba a mil por segundo. Tenía que lucir encantada por el regalo, no podía fallar ¿Qué debería hacer?

Esbozó una dulce sonrisa y extendió sus manos con suavidad tomando la muñeca que le ofreció su primo. Lo miro sonriéndole aún más ampliamente a modo de agradecimiento y deslizó sus dedos por el cabello de la muñeca con una delicada caricia. Fue entonces cuando sintió una mano acariciar su cabeza con dulzura, no le gustó en absoluto, pero decidió seguir con su actuación, tenía que aguantar este tipo de tratos sobre todo de este hombre que al menos se estaba mostrando amable con ella. Quizás también sería alguien de los que estaban de su lado, solo tenía que esperar a ver como actuaba hacia ella.

- ¿Sabes? Nunca pudimos tener esa fiesta de té que te prometí hace mucho tiempo atrás – dijo Ellies de manera casual mientras seguía acariciando su cabeza, por un leve instante le dedicó una rara mirada, un destello de avidez se reflejó en sus ojos violeta, como si estuviera viendo un apetitoso dulce. Ella tragó en seco mientras sentía un escalofrío subir por su espalda – mi padre no está en casa, así que si quieres te puedo llevar al jardín – su voz sonaba emocionada – la fiesta de té la podemos hacer en otro momento, prometo que será algo especial solo para los dos, pero pensé que al menos con un paseo al aire libre podría compensarte al menos por hoy.

No podía decirle que no, su sentido común predominaba calculando que ante una negativa podría levantar sospechas. Él era un miembro de su familia, supuestamente no debería hacerle daño. Pero una rara sensación en su cuerpo le indicaba que sería mejor estar lo mas lejos posible de Ellies. Le sonrió al hombre a modo de respuesta y luego señaló a Bethel que por suerte había estado todo el tiempo en la habitación.

- ¿Quieres que la sirvienta venga con nosotros? – preguntó con un leve tono de molestia en su voz y ella asintió levemente, en la cara de Ellies hubo una clara expresión de decepción que disimuló de inmediato – Está bien, ahora ¿Me permites llevarte?

Ella asintió mientras Ellies la cargaba de repente, deslizando un brazo por su espalda, alrededor de su cintura y el otro bajo sus piernas antes de que tan siquiera pudiera reaccionar. Se sintió molesta por tener su espacio personal invadido de esta manera por segunda vez, la silla de ruedas dispuesta para estos menesteres estaba justo a su lado, asi que no había necesidad alguna de que él la tomara entre sus brazos. Behtel los siguió en silencio mientras salían de la habitación. Aunque se sentía incómoda por ser llevada de esta manera, Aylah comenzó a mirar a su alrededor rebosando de curiosidad. No había salido nunca de su cuarto desde que había despertado, así que no pudo evitar una sensación de emoción que vibraba en su estómago.

El pasillo era amplio y muy largo lleno de enormes ventanales abiertos adornados con hermosísimas cortinas de color rojo vino con bordados dorados, recogidas a los lados. Habían muchos candelabros y lámparas doradas que calculó en la noche serían más que suficientes para iluminar el pasillo como si fuera de día. El piso de mármol blanco brillaba tanto que daba la impresión de estar mojado. Llegaron a unas enormes escaleras alfombradas que Ellies comenzó a bajar provocándole en el estómago una leve sensación de caída que la hizo abrazarse al cuello de su primo sin darse cuenta. Él se detuvo de repente y ella pudo ver como tragaba con lentitud y el ritmo de su respiración cambiaba. Ellies la acercÓ mas a su cuerpo y siguió bajando hasta el final.

En el camino se tropezaron con algunos sirvientes que los miraban con sorpresa. Aylah por un momento tuvo la incómoda sensación de estar haciendo algo indebido al sentir tantas miradas puestas en ellos. Metió la cabeza en el pecho de su primo evitando los ojos de los que pasaban, esto la hacía sentirse el centro de una atención no deseada. Un suave aroma a algún perfume cítrico entro por su nariz, procedente de la camisa de Ellies, parecía ser limón.


Destinada a renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora