Kadir se fue al día siguiente y sus molestias continuaron por al menos cuatro o cinco días más, al cabo de los cuales justo cuando el dolor comenzaba a desaparecer despertó una silenciosa mañana. Bethel no había venido a despertarla, ni ninguna sirvienta, ni siquiera un sanador había venido por los usuales tratamientos diarios ¿Quizás hoy vendría alguien de visita? Se asomó a la ventana, pero no había ningún movimiento en la entrada. Lo que era más, no se veía a ningún sirviente solo a los guardias estáticos en sus puestos. Algo andaba mal, muy mal.
- Ah, ¡buenos días! Qué bueno que ya despertaste – dijo una voz a sus espaldas que provocó que el pánico llenara todo su ser. Se viró lentamente tratando de mantener la calma mientras un sonriente Ellies entraba cargando una gran bandeja en sus manos. ¿Qué demonios hacia este hombre aquí? ¿Cómo era posible que accediera cada vez que quisiera a su habitación? ¿al cuarto de una mujer? ¿Cómo podían permitirle la entrada de manera tan casual? ¿Acaso esto no seria mal visto?
Ellies colocó el desayuno, junto con un servicio de té y dulces en la mesa donde Aylah solía comer. Caminó hacia ella y sin previo aviso la tomó en sus brazos, ella ahogó un grito por la sorpresa de ser alzada así, sin su consentimiento. Antes de que pudiera darse cuenta, su cuerpo reaccionó solo y se aferró a su primo, este sonrió emocionado. La sentó en una de las sillas y procedió a servirle el té. Aylah tragó en seco ¿Por qué no había nadie cerca?
- Es una bella mañana de sábado ¿No crees? – le preguntó Ellies de manera casual mientras se sentaba cerca de ella.
Aylah maldijo mentalmente, era fin de semana así que todos debían haberse ido al evento en el club. Así que este era el compromiso previo por el cual no iba a asistir. ¿pero qué pasaba con los sirvientes? ¿Acaso no deberían estar ahí en todo momento para atenderla? ¿Dónde estaba Bethel? No podía alzar la vista de su taza, tratando de encontrar una salida a esta complicada situación.
- ¿Qué pasa? ¿Acaso no te gusta el té? – preguntó Ellies preocupado – Estoy seguro de que usé el correcto, la sirvienta dijo que es tu favorito – añadió dos terrones de azúcar y lo removió con suavidad – traje muchos dulces, sé que es la hora del desayuno, pero no puedo evitar mimarte – dijo mientras le lanzaba una rara mirada cargada de una peligrosa dulzura
Aylah alzó la taza tratando de no temblar ycomenzó a beber con suavidad. Sentía como si su garganta estuviera cerrada porla dificultad con la que el líquido pasaba, al parecer su angustia le impedíabeber haciendo que su cuerpo reaccionara así. Ellies le sirvió una gran porciónde tarta de frutas en su plato, al ver que ella no probaba bocado, cortó unpequeño trozo y se lo ofreció.
- Ah, eres una niña tan mimada – rió divertido Ellies - ¿Quieres que te lo dé?
Este hombre estaba malinterpretando todo, lo único que ella quería era que se fuera, que desapareciera de su habitación. Abrió la boca lentamente aún sin mirar a su primo mientras la cuchara entraba depositando el postre con suavidad. Tomó otro sorbo de té para que la ayudara a que el dulce bajara por su garganta, pues su incomodidad no permitía que nada continuara más allá de su boca. La mano de Ellies se acercó y acarició su mejilla con suavidad tomándola por sorpresa. Ella apartó su rostro del alcance de la mano de su primo con evidente molestia y miró hacia la puerta, deseando que alguien entrara a interrumpir esta tortura.
- ¿Esperas a alguien? –preguntó Ellies de repente ,como si estuviera molesto por su negativa, con unavoz fría, diferente de la que había usado para dirigirse a ella hasta ahora.Aylah lo miró, él tenía una rara sonrisa en sus labios que no combinaba paranada con su tono al hablar, estaba disfrutando la situación – Lamentodecepcionarte, pero nadie vendrá – casi susurró con suavidad – solo estamos túy yo – dijo deteniéndose en cada palabra disfrutando del efecto que causaba enAylah cuya cara reveló asombro y miedo ante tal declaración.
Esto estaba tomando un rumbo demasiado peligroso, tenía que salir de ahí ahora mismo. Se levantó del asiento sin esperar a que su primo pudiera reaccionar, no le importaba ya el tener que actuar frente a él. Debía irse antes de que esto se complicara aún más. Apenas dió un paso cuando sintió una fuerte mano que la agarró por el brazo. Quiso luchar para seguir caminando hacia su libertad pero su débil cuerpo no era oponente para un hombre. Aún así trató de avanzar con todas sus fuerzas cuando una sensación de debilidad se apoderó de ella perdiendo el control sobre su cuerpo. Sus piernas se doblaron incapaces de mantener su peso y antes de que pudiera caer al suelo Ellies deslizó el brazo alrededor de su estómago envolviéndola en un fuerte abrazo.
Podía sentir el pecho de Ellies en su espalda, los latidos de su corazón, su respiración en su oreja. Un sentimiento de terror la invadio al darse cuenta de que no podía moverse. Esto estaba mal ¿Acaso él habría puesto algo en el té? ¿En los dulces? Comenzó a respirar entrecortadamente ¿Qué iba a suceder ahora?
Como respondiendo su pregunta sintió los labios de Ellies besar su cuello justo debajo de su oreja. Gimió asqueada mientras la boca de su primo degustaba su piel como si de un manjar se tratara. Llegó hasta la base de su cuello y continuó hasta su hombro plantando suaves besos. Apartó el largo cabello rubio de su nuca con suavidad y acercó la nariz a su piel, respiró con suavidad como quien huele una flor con un delicioso aroma. Aylah cerró los ojos con fuerza cuando las lágrimas de frustración comenzaron a brotar sin que pudiera evitarlo mientras Ellies la acercaba más a su cuerpo.
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Destinada a renacer
FantastikDespertó en el cuerpo de alguien más, tenía una segunda oportunidad de vivir en un mundo lleno de magia y hermosos castillos. Pero sus esperanzas de una larga y tranquila vida son destrozadas de inmediato por su oscuro destino. Ahora es Aylah, l...