8 - Serpiente venenosa

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Tuvo que esperar con paciencia a quedarse a solas con Bethel, lo cual era casi imposible dada la constante atención de la que era objeto. Al parecer por algún motivo su tío quería acelerar su recuperación y había contratado a más personal. Durante el día entraban y salían sirvientes y sanadores en un repetitivo ciclo que hacían que se desesperara, había encontrado a alguien que podía contarle todo sin tener que andar a ciegas tratando de recopilar cualquier información posible. Sin embargo no podía quedarse a solas con ella durante mucho tiempo y esto elevaba su frustración haciendo que sus días fluyeran mas lentos aún, durando una eternidad.

Una tarde, luego de que el sanador se retirara tras su tratamiento, Bethel entró y se le acercó en silencio. Aylah la miró curiosa mientras la sirvienta acercaba la silla de ruedas que había estado siempre en la habitación sin jamás haber sido usada antes y la ayudaba a sentarse.

- Hablé con los sanadores y les ofrecí mi humilde opinión acerca de ti, les dije que te noto un poco deprimida pues estuviste mucho tiempo dormida sin ver el exterior de esta habitación por mas de una década – dijo en voz baja solo para que ella lo escuchara – les dije que eso podría estar interfiriendo en la rapidez de tu recuperación y que tal vez algún que otro paseo podría animarte y acelerar el proceso de recuperación de tu memoria al visitar tus lugares favoritos de la casa – aunque estaban solo ellas dos en la habitación, la sirvienta parecía estar teniendo extremo cuidado para no ser escuchada

Aylah sonrió ante la ocurrente manera de Bethel de manipular a los sanadores, el conde los debía estar presionando mucho así que cualquier idea que hiciera avanzar su tratamiento más rápido para obtener resultados en el menor tiempo posible era bien recibido. Debían estar muy desesperados para escuchar a una simple sirvienta y hacer uso de sus opiniones.

Bethel comenzó a empujar la silla de ruedas llevándola fuera de la habitación. Al llegar a las escaleras, Aylah notó que estas en el costado derecho tenían una rampa junto a la pared, seguramente construida para que la silla de ruedas pudiera usarse cómodamente para subir y bajar. ¿Acaso cuando estaba dormida fue llevada de paseo en ese lamentable estado?

Por el camino se encontraron con varios sirvientes que se apartaban de su paso con torpeza sin saber como dirigirse a ella. Algunos hicieron torpes reverencias, otros bajaron sus cabezas y algunos solo siguieron trabajando ignorándolas. Ella solo era una carga para ellos, solo trabajo extra, muchos de los que la atendían a diario ya ni siquiera esperaban a salir de la habitación para quejarse de todo el trabajo extra que ella les provocaba. La trataban como si no estuviera presente, como si tuviera algún daño mental y no pudiera entender lo que decían. Aylah solo mantuvo la mirada fija hacia el suelo manteniendo su cara inexpresiva en su acto de niña desmemoriada. Todo iba de maravilla hasta que se tropezaron con alguien. Como estaba mirando hacia abajo solo podía ver parte de un bello vestido azul cielo con bordados de hilo de plata que le cortó el paso a la silla.

- ¿Qué se supone que haces con ella fuera de su habitación? – pregunto una fría y autoritaria voz femenina

- El conde lo autorizó señorita Jelna, los sanadores le explicaron que paseos por lugares que le eran familiares a la señorita Aylah podrían ayudarla a recordar y a mejorar en su tratamiento – contestó Bethel con respeto

De repente una mano tomó a Aylah por la barbilla y alzó su rostro de manera ruda. Aunque estaba sorprendida trató de mantener su cara inexpresiva mientras veía la cara de Jelna. La joven entornó sus gélidos ojos ambarinos en su dirección y la comisura de sus labios se alzaron ligeramente de manera burlona.

- Entonces mi querida prima ¿acaso el accidente te dejó tonta? ¿o tantos años en cama dañaron tu cabeza? – se burló en tono despectivo al parecer esperando alguna reacción, Aylah simplemente le sonrió con aire inocente – eres solo una muñeca inservible, rota, que no debería existir en primer lugar – un profundo odio emanaba de cada palabra que salía de su boca envueltas en su venenosa voz. Soltó la cara de Ayla tan rápido como la había agarrado mostrando una expresión de intenso desagrado en su hermoso rostro, como si le provocara asco el que sus manos hubieran tenido contacto con ella.

Aylah siguió sonriendo como una idiota mientras Jelna se apartaba de su camino haciendo resonar con elegancia sus zapatos en el pasillo alejándose con pausado caminar. La mano de Bethel se poso sobre su hombro para reconfortarla, le dio unas cortas palmadas antes de seguir su camino lejos de la ponzoñosa serpiente que se acababan de encontrar.

Sabía que todos pensaban como ella y nadie se molestaba en ocultarlo. Los sirvientes ya conversaban abiertamente mientras la atendían, como si ella no fuera capaz de entenderlos, asi que imagino que esto llevaba sucediendo desde antes de que ella despertara. Probablemente se habían detenido por un tiempo al no saber que daño intelectual tendría ella causado por el accidente. Pero al escuchar que no era un peligro habían vuelto a hablar cómodamente frente a ella. Se quejaban de muchas cosas y también contaban otras muy interesantes del conde y su familia. Información es poder, y el escalón mas bajo en la sociedad aristocrática, en este caso los sirvientes, que siempre estaban al margen, en silencio, como seres invisibles cuyo único trabajo era atender las necesidades de sus amos, eran quienes escuchaban todo. Mientras se mantuviera como estaba, sin representar un peligro, ellos seguirían hablando y ella escuchando.



Destinada a renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora