9 - Familia (continuación)

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Aunque trataba de prestar atención a lo que decía Bethel una nueva preocupación ocupaba su cabeza, bajo los retratos habían palabas escritas, pero era incapaz de leerlas. Esto era otro problema que iba a tomar tiempo resolver, aprender a leer no era una cosa que pudieras hacer en solo unos días y en cualquier mundo el conocimiento es poder. Si no podía leer, no podía aprender mucho de este lugar sin tener a alguien de confianza que la guiara.

- El rey no tuvo hijos y luego del fallecimiento de su esposa se negó a casarse nuevamente pues había una línea de sangre que podía continuar en el trono – Aylah le lanzó una mirada curiosa a Bethel, había escuchado lo de princesa heredera pero quería una confirmación acerca de ese tema y saber dónde entraba ella en esta historia – Duveandell tuvo una hermana, la duquesa Keriam que tuvo tres hijos, tu padre Serhem, su hermano Deriam y la menor tu tía Ghaenia – siguió hojeando el libro mientras le mostraba más imágenes de sus familiares – la duquesa falleció durante su tercer parto, así que tu padre, al ser el mayor de sus hijos, se convirtió en el sucesor inmediato con derecho al trono

Aylah siguió mirando el largo árbol genealógico, pues le estaba molestando algo. ¿Dónde estaba su tío Elleris? Si no era hermano de su padre, entonces era... encontró su respuesta mas rápido de lo esperado al ver su retrato al lado del de su tía Ghaenia, era su tío político y Ellies aparecía como único hijo de la pareja. Entonces significaba que la condesa que ella había visto en su cuarto era su segunda esposa y en ese caso solo Ellies tenía sangre real.

Continuó mirando las imágenes, dedujo que tenían al menos mas de una década de antigüedad pues ella salía retratada como una niña, incluso su hermano estaba ahí, Ellies lucía también muy joven, quizás entrando en la adolescencia. La segunda esposa de su tío y Jelna no aparecían retratadas ahí, era obvio, no tenían sangre real, no pertenecían a la familia del rey. Pero hubo una cara que llamó su atención, un joven hombre de cabello castaño y ojos rojos, no podía ser ¿cierto? Si ella era era una niña y el se veía así ¿con que edad los habían comprometido? ¿Qué edad tendría él ahora? Había escuchado que su compromiso había ocurrido cuando era apenas una niña, pero ¿La habían comprometido con un hombre adulto siendo ella tan joven? ¿Acaso eran familia? Apuntó con el dedo hacia el retrato mientras preguntaba sorprendida.

- ¿Ka... Kadir?

- Si, Kadir es tu primo – dijo Bethel asombrada – Lo has reconocido ¿Puedes recordarlo? – preguntó sin poder ocultar su emoción – es tu prometido

Aylah bajó la vista hacia el libro sin responder. Su compromiso era con su primo.

- ¿Me ca... saré con mi... pri... primo? – preguntó sin poder ocultar la inquietud en su voz, mientras seguía mirando hacia abajo como si las hojas que tenía enfrente fueran lo más interesante del mundo. Bethel lucía algo confundida por su reacción pero aun así le explicó con paciencia

- En las familias nobles es algo normal tener matrimonios entre sus integrantes, esto mantiene a línea de sangre y la riqueza en la familia, se han dado casos de matrimonios con plebeyos, pero son escasos y muy mal vistos – dijo mientras negaba con la cabeza – En el caso de tu familia, que es la familia real, es incluso más importante para mantener la pureza en la línea de sucesión al trono, como los únicos descendientes masculinos con sangre real que quedan son Kadir y Ellies, tus padres escogieron a uno como tu prometido para mantener la tradición.

Aylah sonrió de manera amarga sin que la sirvienta lo viera "unas opciones muy alentadoras" pensó de manera irónica lamentando su suerte. Ellies le daba escalofríos, pero a Kadir ni siquiera lo conocía, lucía como un hombre totalmente inaccesible. El hecho de recordar esos horribles ojos rojos era espeluznante. Sus opciones eran aterradoras. Kadir seguía siendo su mejor elección para sobrevivir y salir de este lugar lo antes posible, Ellies era un peligro demasiado inmediato pues significaba quedarse en este lugar donde su vida estaría en constante riesgo y tendría que actuar como una obediente marioneta por el resto de su vida. Soltó un profundo suspiro, le dolía la cabeza.

Bethel cerró el libro mirando con preocupación la expresión abrumada de Aylah. La abrazó tomándola por sorpresa y comenzó a acariciar su cabeza de manera maternal mientras la arrullaba con dulzura. Sintió como se iba calmando lentamente a la vez que su cuerpo le indicaba que estaba llegando a su límite. Volvió a la silla de ruedas con ayuda de Bethel y solo pudo sentirse completamente bien cuando sintió la suavidad de su cama. Su cuarto seguía siendo el único lugar donde se sentía protegida, a salvo. Se sentía como el espacio mas seguro de la mansión, más bien del mundo entero. No le gustaba salir, cada vez que lo hacía ocurrían cosas malas.


Destinada a renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora