12 - Despliegue de hipocresía

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Bethel no le dirigió la palabra, no podía hacerlo, habían más sirvientas a su alrededor. Apretó las manos con ansiedad en su regazo. No sabía a lo que se enfrentaría y su nana no podría ayudarla. Debía actuar de manera obediente, comportarse como una educada señorita, mostrándole a Kadir todo lo que había avanzado. Se mantuvo mirando hacia el suelo sumida en sus pensamientos, asi que cuando Bethel detuvo la silla alzó la vista sorprendida.

Se hallaban en lo que parecía ser el comedor de la mansión. Aparte de estar lujosamente decorado el lugar se sentía frío, tal vez por las personas que se hallaban sentadas a la mesa. En la cabecera estaba el anfitrión el conde Ellerys, a su derecha estaba sentada Jelna brillando con todo su esplendor y a su lado estaba sentado Kadir con cara inexpresiva. A su izquierda estaba sentado Ellies y en la otra punta de la mesa la esposa del conde ocupaba la silla del segundo anfitrión.

- La señorita Aylah ha llegado – anunció Bethel mientras todas las cabezas giraban en su dirección.

Kadir solo la miró por un instante, Aylah pudo notar como su boca se abría ligeramente antes de bajar la vista ignorándola nuevamente y prestándole mas atención a la copa de vino que tenía enfrente. Al menos había reaccionado al verla, era normal, lucía totalmente diferente de la última vez que se habían visto. Pero igual aún esperaba algo más de emoción por su parte. Ellies por su parte le lanzó una mirada de avidez que logró que un desagradable escalofrío recorriera su columna. Jelna entornó los ojos en su dirección y sonrió de manera hipócrita.

- Mi querida sobrina, bienvenida – dijo el conde de manera cordial señalando el asiento justo al lado de Ellies – tenemos un invitado en la tarde de hoy ¿Por qué no lo saludas?

Aylah le dedicó a Kadir una tímida sonrisa mientras Bethel llevaba la silla hasta el lugar indicado por el conde. Se levantó con ayuda de la sirvienta cuando de repente unas manos la ayudaron a sentarse. Tuvo que contenerse para que su cuerpo no rechazara el contacto con las manos de Ellies ante la creciente sensación de repulsión y asco que la inundó al sentir que la tocaba. Los recuerdos del terror sentido en la noche anterior aún eran muy vívidos. No miró a su primo mientras se acomodaba, no tenía el valor para mantener su cara inexpresiva así que simplemente miró hacia abajo, hacia su plato y una nueva ola de pánico sacudió su estómago. A la derecha y a la izquierda de este un sinfín de cubiertos estaban puestos en una ordenada fila, desorientada mantuvo su cabeza abajo mientras una criada le servía. Se había concentrado tanto en la recuperación de su cuerpo y era tan poco el tiempo que pasaba con Bethel, que aún no había aprendido ninguna norma o etiqueta del comportamiento en reuniones sociales y comidas de la nobleza.

- Debes usar este y ese – le señaló Ellies susurrando en su oído, Aylah lo miró, no podía estar agradecida con este desgraciado pero no podía seguir ignorándolo, podría levantar sospechas. Él la miró con ternura mientras ella le sonreía tratando de lucir agradecida. Tomó los cubiertos con torpeza, sus manos todavía no estaban listas para una labor tan precisa. Aunque el filete se veía suave y jugoso no podía cortarlo aunque aplicara todas sus fuerzas. Hizo un último intento y el cuchillo resbaló de su mano cayendo de manera estrepitosa al suelo. Sintió como todas las miradas eran dirigidas a ella. Vió a Kadir que le lanzó una mirada de profunda molestia y luego miró al conde con furia mal contenida. Su tío estaba rojo de ira y su prima sonreía disfutando su humillación. Bajó la vista de nuevo hacia su plato sintiendo como su cara enrojecía y se ponía muy caliente por la vergüenza. Su respiración se aceleró tratando de contener las ganas de llorar por impotencia. Empujó su plato a un lado con fustración manteniendo su cabeza abajo.

- Tranquila, lo haré por ti – dijo con dulzura Ellies mientras cortaba su filete en pequeños trozos – Di ahhh – añadió sonriendo con satisfacción mientras llevaba un tenedor con la carne hacia su boca. Esto era más de lo que podía soportar. Una mezcla de emociones negativas se arremolinaba en su cabeza mientras obedecía y abría la boca, ahora mismo no tenía otra opción. Masticó con suavidad sintiendo las miradas de todos puestas en ella, pero no quería alzar la vista, no quería enfrentar de nuevo esos rostros inquisidores. Ellies continuó dándole de comer con suavidad mientras el almuerzo continuaba con la intervención de la condesa

- ¡Oh claro! Lo había olvidado por completo – rió Jelna de manera casual – me han invitado este fin de semana, al parecer tengo fama de ser buena montando y mi caballo es excepcional

- Incluso las señoritas están celosas de ti por ese regalo que padre te hizo – dijo Ellies secundando a su hermana – es un purasangre digno de ver – Jelna le sonrió con complicidad a su hermano.

- Si quieres luego te lo puedo mostrar – Jelna le sonrió con dulzura a Kadir al decir esto

- Hermana ¿aún no tienes acompañante para el club?

- Ah, pensé que irías conmigo – dijo Jelna actuando decepcionada

- Lo siento hermana, pero ese día ya tengo un compromiso previo

- ¿Por qué no le pides al joven Kadir que te acompañe? – preguntó la condesa como quien no quiere la cosa.

Aylah solo seguía masticando agradecida que la atención hubiera sido desviada hacia otro tema. Aunque no podía dejar de notar que esta conversación lucía demasiado elaborada, como si la hubieran preparado de antemano. Sin que pudiera evitarlo un poco de salsa escurrió por su boca hacia su barbilla y Ellies acercó una servilleta de inmediato y la limpió con suavidad, acariciándola de manera innecesaria, ella alzó la vista y vió a Kadir lanzándole una intensa mirada de disgusto.

Ellies estaba actuando de manera atenta a propósito. Las palabras que le había dicho la noche anterior revoloteaban en su cabeza. Sus intenciones eran romper este compromiso y la actitud cercana que estaba desplegando ante Kadir podía complicar las cosas. Aylah no quería que su futuro esposo tuviera una idea equivocada acerca de la escena que se desarrollaba frente a su cara, si no su compromiso sería sin lugar a dudas desechado. Eso seria el final para ella, Ellies ganaría y la mantendría a su lado. De solo imaginarlo, un escalofrío recorrió su espalda de manera desagradable recordando el susurro en su oído "... y entonces seras solo mía"

Destinada a renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora