Capítulo 37

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Las maletas se encontraban listas, la ropa que usaría esa tarde que saldría el vuelo también, lo único que no lo estaba era él mismo.

No consideraba buena idea el pasar momentos con Jungkook, si bien en todo ese tiempo tuvo cierta resistencia a no caer en la manipulación del susodicho, su mentalidad actual se mantenía débil, por no decir frágil, sentía una extraña necesidad de ser abrazado por los cálidos brazos de Min Yoongi, quién siempre le daba ese sentimiento de seguridad, pero él no estaba y debía con todas sus fuerzas tratar de borrarlo si no quería que su situación empeorara.

También la desaparición de SeokJin lo tenía asustado, no sabía nada de él y el preguntarle a Jungkook no era una opción.

Con sus audífonos colocados en su cuello y el celular a la mano, se echó a la cama, esperando un rato más para por fin animarse a darse un baño. En los últimos días sus ánimos estaban por los suelos, no le apetecía salir, pero tampoco quería quedarse ahí, no sabía lo que quería.

En esos momentos en los que su rostro reflejaba vacío, su mente le jugaba malas pasadas y la idea de tomarse un buen puñado de pastillas sonaba tan tentador.

Cerró sus ojos un breve momento para volver a abrirlos, se quitó los audífonos y dejó el celular en la cama, levantándose para ir a sumergirse un rato en la bañera.

Se mantuvo un rato ahí, escuchando algunos pasos afuera del baño, alguien había entrado a la habitación, seguramente algún empleado o Jungkook.

Con la mirada fija en la pared frente a él, sin siquiera objetar cuando la puerta del baño se abrió.

Si bien le sorprendió verla, solo asintió con la cabeza en modo de saludo, para luego seguir con sus brazos sobre los bordes de la bañera y los ojos puestos en la pared.

—Seohyun.

—Taehyung.

La mujer pareció quedarse en blanco cuando vio algunas marcas en los brazos y el cuello del menor, si que las maquillistas hacían un trabajo increíble ya que en cámaras era difícil descifrar que la piel del artista estuviera realmente moreteada y dañada.

Ver con sus propios ojos como el niño que también había criado tenía en su cuerpo los daños recibidos por su hijo quien juraba amarlo con locura, le provocaba consternación.

Taehyung al percatarse como la mujer parecía analizarlo, regresó sus brazos al agua aunque igual de sus hombros para arriba se podía seguir viendo los moretones, marcas de dedos y heridas que tenía.

—No quiero sonar como un maleducado, pero ¿No cree que es inadecuado que esté aquí mientras me estoy bañando?

La mujer tomó una mejor postura y fijó su mirada en el menor que no parecía muy interesado en mantener una conversación con ella, pero tampoco con las fuerzas de enfrentarla y botarla ante tal invasión a su privacidad.

—Sé que es imprudente, pero quería hablar contigo sin mi hijo presente.

—¿Vino a aconsejarme que me porte bien? Lo tengo en claro, no deben preocuparse. Con todo este tiempo que ha pasado, he recordado mi lugar.

—Yo creí que en serio desde la última vez que supe que te golpeó, no lo había vuelto hacer.

Lo último lo contestó en un tono bajo, aún sintiéndose extraña al ser consciente que su hijo era un golpeador a mayor grado. Su esposo nunca la había golpeado, ni a ella ni a Jungkook, y a pesar de no ser la mejor madre del mundo, nunca permitió que su hijo fuera testigo de ello y tampoco en ninguna parte de su niñez fue violento, parecía carecer de emociones la mayor parte del tiempo, pero desde la llegada de Taehyung a la vida de su único hijo, parecía haberle pintado la vida de colores brillantes a diferencia de esa deprimente escala de grises.

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