Capitulo 27: Bruno.

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Jorge le dio un beso a Nai. A Martina le dedicó una pícara mirada.

- Ya que no puedo besarte, intento utilizar, umh... mis dones masculinos.

- ¿Dones masculinos? - Martina dio un sorbo de su café.

- Será que no tengo. - dijo Jorge alzando la barbilla.

- Sí señor, si tienes, y muchos. Pero sigues siendo creído, del mismo modo que el día en que te conocí.

- Oh y tu... tu...

- ¿Yo? - dijo Martina alzando una ceja.

- Sigues siendo tan perfecta, del mismo modo que el día en que te conocí.

- Oh... - suspiró Martina - si no fuera porque no sé bailar pegada a una barra de stripper, te daría uno de esos besos que dejan sin aliento.-Ambos rieron. Naiara aún dormía. La fiebre había bajado, pero todo era por el jarabe. Una vez pasados los efectos, volvería a encontrarse mal. Tan solo tenía un constipado. Pero cualquier cosa era punto de preocupación para una madre como Martina.- Entonces, que vaya bien. - concluyó ella. Le lanzó un beso. Jorge hizo gesto de cogerlo en el aire. Cerró la puerta y se montó en... ¿hoy cual toca? Ah sí, el Porsche carrera.

Jorge terminó de ordenar los casos que quedaban por investigar y guardó en carpetas clasificadas los que ya estaban resueltos... o los que no habían podido ser. Odiaba que sucediera eso, pero por desgracia, sucedía. Y tanto que sucedía. Podía ser agente, militar, podía haber matado a más de veinte personas, pero seguir viendo el panorama del mundo actual le repugnaba. Dolía. Ruggero lo sacó de sus pensamientos. La puerta de su despacho se abrió.

- Hermano - sonrió Ruggero.- ¿todo bien?-Jorge asintió.

- ¿Por qué?

- ¿Qué por qué? - Ruggero puso en blanco sus oscuros ojos y repitió. - ¿después del espectáculo del otro día y preguntas que por qué?

- Ah, mierda. Haber empezado por ahí. Nada, nada, todo se solucionó. Solo fue un enojo.. pero no puedo enfadarme con ella ...

- Que ñoño te has vuelto. - se burló Ruggero.

- Ñoño no, estoy enamorado. - rectificó Jorge, sin avergonzarse.

- Bueno, lo que tu digas. - lo señaló con el dedo. - esa Martina te ha cambiado, y mucho.

- Lo sé, y me gusta.

- Y yo no digo que no. - sonrió Ruggero. - Hay mi Jorgito. - dijo frotándole la cabeza. - a ver cuando nos vamos de copas, que tienes a tus amigos medio abandonados.- Jorge río.

- Cuando vuelvas a frotarme la cabeza de ese modo te juro que te quedas sin pelotas.

- Miedo das.

- Eso también lo sé.

- No sé que ha visto Martina en ti. - se rió Ruggero. Jorge se encogió de hombros. En ese momento entró una mujer rubia, muy rubia chillando. Hablando alemán.

- Ruggero. - lo llamó.

- ¡Serilda! - Ruggero rodeó la mesa de Jorge y se colocó detrás de este.-¿Qué... que haces aquí, mujer?

- Ni mujer ni nada. - dijo con un acento algo gracioso. - Eres un vendido cabrón. - Entonces, Jorge se dio cuenta de que llevaba un niño cogido de la mano. - Bruno se queda hoy contigo. No te escapas más, hombre de dios. Es tu hijo, tu cuidas de él. - se dirigió hacia a fuera, dejando al niño allí. - en la mochila tienes todo lo necesario. Me vuelvo a Alemania, ¡con mis padres!.- Y los dejó allí. A Jorge, alucinando. A Ruggero alucinando aún más. Y a Bruno, jugando con un calendario del escritorio de Jorge. Él se giró hacia a Ruggero. Alzó una ceja.

- Creo que me tienes que contar algo ¿no?

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Protegeme 3 - jortini (hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora