Capítulo 17: No son de Jorge.

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Martina se despertó. Del todo satisfecha, se sentía bien. Una mujer amada. El simple hecho de mirar a Jorge la complacía, más que a nadie en ese mundo. Era hermoso... Él acostumbraba a dormir boca abajo, con una mano metida entre la almohada y el colchón. Ella se aseguró de que Naiara aún dormía. Y bajó a prepararse un café para despejarse. La noche anterior, había sido... tan perfecta. Tanto, que se había olvidado de la errada de sus padres. Jorge la había amado con tanto cariño... que recordarlo solo hacía que la piel se le erizara. Puso el café en la cafetera y esperó a que la leche se calentara. El timbre sonó. Una vez, muy corta. Se acercó a la puerta y abrió. No había nadie. Qué raro. Vio que un enorme ramo de flores adornaba la entrada. Lo cogió, sonriente. ¿Jorge? ¿Otro de sus detalles? Dejó el ramo en la encimera de la cocina y abrió la pequeña carta, con un sobre rosado. El papel era de un tono más clarito. 'Las rosas son rojas, mi amor. Las violetas azules... y Naiara es igual de hermosa que su madre.' Y debajo, en más de una firma, ponía 'Casa morada, Toluca Lake.' Uno. Esa letra no era de Jorge. Dos. No había firma. Tres. ¿Por qué mierda le dejaba esa dirección? Martina había vivido el suficiente tiempo en Los Ángeles como para saber que en esa casa no vivía nadie.


Martina se abrochó fuerte el cinturón del albornoz. Salió de nuevo a la calle y tiró el ramo de rosas en el contenedor del vecino. Si Jorge lo veía era capaz de enfadarse. Sabía cómo era, y sabía lo celoso que era. Cuando entró de nuevo a casa, el sonido de la televisión la distrajo.

- Naiara, son las nueve, ¿Qué haces despierta?

- No tengo más sueño mamá.

- ¿Llamaste a papá?-Naiara miró a su madre y negó con la cabeza. Luego volvió su vista de nuevo, a los dibujos animados. ¿Dónde está Perry? La niña rió. - ¿Quieres desayunar algo, mi amor? – dijo Martina apagando el fuego de la cafetera.

- No. – dijo Naiara.

- ¿Por qué no?

- Porque no tengo hambre.-Martina vertió el café en una taza y hizo mitad y mitad con un poco de leche. - ¿Ni una galletita? – le dijo Martina haciéndole cosquillas a la barriga. Naiara rió con gusto.

- No mamá. – seguía riendo. – para, para. – dijo con su voz gritona y aguda. De una niña de cuatro años.El café se tambaleó, hiendo a parar en el regazo de Martina.

- Mierda. – se quejó Martina. – Quema, quema. – fue hacia la cocina y agarró un trapo.

- Mamá, has dicho una palabrotaaaa... - dijo Naiara con un rintintín, como si se fuera a chivar.

- Lo siento, lo siento. – dijo Martina. – Eso no se dice, tú no lo digas nunca ¿eh? Naiara se rió. Los muslos de su madre estaban empapados y pegajosos, llenos de café.

- Ahora tendrás que ducharte... - canturreó la niña. – por hacerme cosquillas. – puso una cara coqueta y señaló con un dedo hacia arriba.

- Pues tú vendrás conmigo. – sonrió Martina.

- No quiero bañarme.

- Oh si, vas a bañarte con mamá.


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Protegeme 3 - jortini (hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora