Capítulo 7: ¿Ocultas algo?

6K 271 1
                                    

Jorge acariciaba las muñecas de Martina.

- ¿Todo bien? – susurró él, acariciando su hombro con el pulgar. Cosa que puso la piel de gallina a Martina.

- Ajá. – ronroneó Martina, dándole un pico en los labios. – Me sorprendes, cada día más.

- Intento... no aburrirte. – sonrió él. – Además, me dio el venazo de dominar. – rió. - ¿te ha gustado?

- Obvio. Nunca pensé que los azotes fueran tan excitantes.

- Conmigo sí. – la agarró del mentón y la besó, encontrando su lengua con la de él.

- Mmh... pues eres un buen dominante. – sonrió.

- Pues tu una mala sumisa. – rió él. Ella pareció ofendida, en broma. – Te portas mal.

- Solo al principio. Y por que tus castigos... me ponen. – acarició su torso, desnudo, sonriendo, ahora tímida.

- Um... te amo. – terminó por decir él.

- Y yo a ti. – ella sonrió, mordiéndose la lengua, suavemente, en un tono coqueta.

- Oye, antes te has mordido. – dijo ahora él, preocupado.

- Era para no gritar, despertaría a Nai.

- Cierto... - Jorge suspiró.

- Hay que ver, cuando te concentras en el sexo, te olvidas hasta de tu hija.

- Bueno... es que el sexo contigo... es algo... - Jorge intentó buscar una palabra adecuada, pero no la encontró. Martina rió ante su expresión.

- Oye, ¿habías hecho esto antes?

- Prefiero no hablar de mi pasado sexual.

- Eso es que si.

- Yo no lo dije.

- Pero es que Jorge, te conozco como si te hubiera parido.-Él rió.

- Dejémoslo ahí. – ella le dedicó una sonrisa de aprobación.

- Mañana quiero desayunar contigo.

- ¿Y la clínica?.-Martina se encogió de hombros.

- Soy mi propia jefa. Llevamos a Naiara a la guardería y nos vamos al Starbucks de al lado. Me apetece, me apetece mucho, contigo.-Jorge sonrió.

- En serio, te amo. – él la mordió suavemente, en la mejilla. - ¿Nos casamos?

Martina se colocó encima de él.

- ¡Si! – dijo animada. – Casémonos, Jorge, huyamos a Egipto y planeemos una boda secreta. – Rió, malvada. – de esas que hacen los famosos.-Jorge rió, disfrutando de las locuras que decían, entre ellos. Parecía mentira que ella tuviera ya los veintiséis y él estuviera rozando los veintinueve. Por que se decía... que la pasión, el deseo entre una pareja, termina a los dos años de estar juntos. Y ellos dos, llevaban más de cuatro, y seguían estando de maravilla. Más que eso, mucho más... tanto como para casarse... y escaparse a Egipto. El amor... es locura. El amor, lo es todo.

Martina rió, moviendo la cabeza de un lado a otro. La coleta y los aros que adornaban sus orejas siguieron sus movimientos, pero el flequillo quedó intacto. Jorge la miró, sonriendo, feliz, llevándose un trozo de muffin de chocolate a la boca.

- ¿Qué te pasa? – dijo él.

- Es que me parece mentira. Haber tenido una cena tan, tan formal, con tus padres y tus hermanos, y que después, por la noche... - dijo ella, mirándolo pícara. – quien te viera y quien te ve, Jorge, cualquiera diría que ayer me azotaste el culo como una niña mala...

- Es lo que eres. – dijo él, pellizcándole la nariz, porque sabía, que eso la hacía rabiar.

- ¡Eh! – se quejó ella, apartándose y tomando un sorbo de su frappuccino. – Oye, ahora que lo pienso, tú has venido a verme muchas veces a la clínica, pero yo nunca he visitado tu agencia... - sonrió, burleta. – de agentes secretos. – se rió.

- No te rías, solo es una agencia más de agentes.

- Como si fuera lo más normal del mundo ¿sabes? – dio ahora, un trago largo y se lo terminó. Miró graciosa el nombre que había escogido. En el vaso de su café ponía 'Jorge' y en el de Jorge, ponía el suyo. – hoy, ahora, te acompaño.

- ¿Eh? ¡No! – se quejó él.

- ¿Por qué? ¿A caso tienes algo que esconder?

- No... pero...

- Entonces, quiero acompañarte a la faena, que se den cuenta de que la futura mujer de Blanco, le presta atención.

- Si ya lo sé, cariño. Pero es que... hay muchos hombres... grandes y pf... - hizo un bufido. – demasiada testosterona para que una nena como tu se pasee por allí.

- Me da igual a mí eso, además voy contigo.

- Pero eso a ellos les da igual. Y por eso... paso de arrancarle los ojos a algún compañero. No sabes lo descarados que son.

- ¿A caso tú te comes a alguna de sus mujeres cuando los van a visitar?

- No, porque nunca ninguna de sus mujeres o parejas se han paseado por allí. Ellas... no saben que sus novios o... maridos trabajan de agentes, como yo. Tú lo sabes, porque tú fuiste mi misión. 

NO OLVIDEN VOTAR Y OPINAR!

Protegeme 3 - jortini (hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora