Borrón y cuenta nueva

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Las manos temblorosas, los pesados exhalares y algunos resoplidos eran externados constantemente por los Mendoza y las Valencia que esperaban los resultados, no había sido cuestión de horas, sino de días los que tuvieron que esperar. No lo podían creer, Armando había logrado despertar y ahora...

Para examinarlo, además de múltiples estudios clínicos se le hizo una evaluación neuropsicológica, la razón de ello fue para estimar si las funciones y habilidades cognitivas de él se encontraban en buen estado.

—Armando, te voy a enseñar una serie de fotografías, tú me vas a decir quiénes son y qué parentesco tienen contigo —pidió la doctora y él asintió. —Si no los conoces, pon una equis amarilla.

Debido al accidente Armando había tenido un ligero daño en el hipocampo, área del cerebro encargada de conservar las memorias más fuertes

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Debido al accidente Armando había tenido un ligero daño en el hipocampo, área del cerebro encargada de conservar las memorias más fuertes... Es decir, estaba frente a un cuadro de pérdida de memoria a largo plazo.

—Pero, ¿eso es reversible? —preguntó Margarita a la de bata blanca.

—Todo de depende de cuan rápido actuemos para darle un tratamiento, en especial en lo que respecta a sus funciones cognitivas. Sobre sus recuerdos, podemos empezar con una terapia básica para la recuperación de éstos.

Los días avanzaron sin piedad y desde que la doctora les había dado aquel diagnóstico Marcela iba sin falta para estar a lado de Armando, para cuidarlo o para estar al pendiente de lo que necesitase.

—Te ayudo. —Ella estuvo a punto de tomar la cuchara que estaba en la bandeja cuando él la agarró de inmediato.

—Yo puedo solo.

En ese instante su madre ingresó, había llevado el gran arreglo de margaritas que sin falta colocaba en la habitación. Tan elegante, tan fresco, sin duda, era lo que necesitaba ese deprimente lugar de paredes pálidas amarillas porque a su criterio esa era la razón por la cual su hijo estaba con los ánimos por los suelos

—¿Por qué no te vas? —pidió con antipatía jugando con el arroz insípido que había en su plato.

—¡Oye! no tienes que ser grosero, vine a cambiar las flores.

¿Quién eres? || Betty en NYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora