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—¿En dónde estabas?— espetó Marcela mientras veía que Armando había entrado con una maleta. 

—Te avisé ¿No? Estuve con el equipo de T. Enterprises por lo de la campaña.

—¿Durante una semana? Se suponía que eso estaba cancelado—dijo tras posar las manos en la cintura. 

—Pues, no y si eso no pasó fue gracias a que Beatriz nos dio otra oportunidad, porque después de lo que le hiciste fue casi un milagro que nos volviera a dejar trabajar con ella.

Marcela soltó una risa irónica.

—Ah, sí, ¿Y qué fue lo que le diste a cambio para que no te cancelara? ¿Una cena o una noche romántica?... ¿Recordaste algo?

—¿Qué? A ver, ¿Qué tienes?—inquirió frunciendo el ceño.

—¡No quiero que hagamos tratos con esa mujer!, ya te lo he dicho y aún así parece que no te importa.

—Si estamos con ella es por los grandes beneficios que obtendremos, tú misma estuviste a favor cuando concreté la idea de Leroux.

—No, no, son cosas muy diferentes, tú solo necesitabas hacer un contrato con Zoe, nada más.

—Y es la imagen de nuestra campaña,  ¿Entonces? Además, tarde o temprano eso es lo que iba a pasar, T. Enterprises tiene el mejor marketing de influencia. Tú más que nadie lo sabe.

— ¿Entonces, no piensas desistir?

—No, es una oportunidad para tratar de hacer visible la línea de lujo, podría ser la apertura a cosas más grandes.

— ¿Otra vez con eso?, Hugo ni siquiera ha debutado en el mundo de la alta costura ¿Y así quieres que funcione la línea de lujo?

— ¿Cómo? A ver, es una gran alternativa para que el mercado exclusivo empiece a enfocarse en nosotros y sí tanto te molesta la idea, dejémosla en manos de Hugo.

—Seguro va a aceptar, pero no quiero que lo ilusiones para que después lo bajes de las nubes porque la idea no resultó—refutó y él rodó la mirada—. Pero, ese no es el punto, ¡No quiero que sigamos con Beatriz!

—Ya escuchaste los motivos por los que seguiré, además la campaña ya dio inicio y quiero que Zoe sea nuestra brand ambassador—respondió de tajo y ella entrecerró la mirada—... Mañana es el evento de Collins, ¿me acompañarás? 

—¡No, vete solo!—resopló y después salió de prisa de ahí. 

Armando soltó un pesado exhalar y se dejó caer en el sofá enfocándose en la tablet.

¿Quién eres? || Betty en NYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora