VIII

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—¿Quieres que te sirva pasta? —continuó Marcela, él negó

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—¿Quieres que te sirva pasta? —continuó Marcela, él negó.

¿Cómo se iba a imaginar que las dos personas en las que más confiaba se habían enredado para serle infiel? No tenía sentido, pero las palabras de ambos resonaban en su mente afirmándoselo.

—Ricardo renunció y vendió sus acciones, ¿no te acuerdas? —interrumpió su mamá.

—¿Qué? Pero él no puede hacer eso.

—Pero lo hizo, a todos nos tomó por sorpresa— continuó su madre—. Lástima que no me di cuenta a tiempo de que no era una buena amistad para ti.

—¿A qué te refieres?

—Pues... cuando V&M entró en crisis y él tuvo una mejor oferta se fue. Después de que todos hicimos tanto por él y lo acogimos durante tanto tiempo. Nunca tuvo una amistad sincera contigo, quién sabe en qué otras cosas te habrá dado la espalda.

—¿V&M en crisis? ¿Qué pasó con la empresa?

Margarita le miró con atención y después buscó la mirada de Marcela, cosas importantes ya se estaban destapando.

—Te lo responderé, pero primero quiero que me digas, ¿Cómo fue que pasó tu accidente? ¿Qué es lo que recuerdas de ese día?

Armando cambió la dirección de su rostro y su mirada pareció perdida. Recordaba la confesión de Ricardo. Recordaba que estaba manejando, un mensaje le había llegado y de ahí no supo más. Un escalofrío se apoderó de su cuerpo, sus músculos poco a poco se fueron tensando y su corazón se agitó, como pudo se recostó y cerró los ojos.

—¿Hijo?

—Quiero estar solo.

—Marce, por favor, déjanos un momento —dijo y ella lo hizo con duda —. ¿Armando?

—Mamá, por favor...

—¿Qué es lo que pasa? ¿Ese día a dónde ibas?

¿A dónde iba? Ni él mismo lo sabía, no podía recordarlo, sin embargo, pensar en eso le estaba generando una gran angustia provocando que los nervios brotaran.

—¿Qué es lo que recuerdas? —continuó ella; él abrió los ojos y la vio a su lado. Sabía lo mucho que quería y apreciaba a Marcela, si le decía lo que recordaba probablemente no le creería o desfallecería.

—Nada —dijo y volvió a la oscuridad. En respuesta ella resopló.

—Hijo, tienes que hablar. La verdad me tienes muy preocupada. No me gustaría que volviera a suceder una situación donde te calles todo como con el embargo de V&M.

—¿Embargo? —exclamó acomodándose para verle —¿De qué estás hablando?

—¿No lo recuerdas? —Él le miró con confusión.—Te lo diré, pero eso es algo que ya pasó, así que no tienes que agobiarte

¿Quién eres? || Betty en NYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora