Al día siguiente, Memo se levanta con el sol. Tiene un montón de ideas en la cabeza y no sabe cuál es buena, cuál es mala y cuál es un fracaso.Toma su mochila, guardando dentro un cuaderno viejo y la única pluma que pudo encontrar en toda su casa. Empaca también una cobija algo desgastada pero esponjosa junto a una lámpara de pilas, recordando meter dos paquetes de baterías recargables.
Baja a desayunar, mientras toma su café se pregunta que otra cosa podría llevar consigo. ¿Comida? ¿Qué comerá Lio? ¿Puede darle comida humana sin enfermarlo? Pese a que la mitad de su cuerpo es humano, no tiene idea de si su estómago podrá manejar la comida humana. Mastica una mantecada pensando en eso, seguramente, darle cosas demasiado preparadas le harían daño, debe ser algo más ajustado a lo que comen las criaturas marinas.
Piensa en los peces capturados del día anterior que ni siquiera se molestó en meter a una hielera. Tal vez sirvan. Termina su desayuno, deja la taza para lavarla más tarde y se cepilla los dientes en tiempo récord. Regresa para abrir su refrigerador, decidiendo hacer sándwiches para él. Tararea en voz baja y hasta que termina de guardar su comida, más algunas zanahorias y manzanas, se da cuenta que está planeando todo esto como planearia una cita.
Se detiene de meter una botella de agua, procesando. Si, Lio es bastante lindo, es adorable, causa una profunda curiosidad en Memo. A pesar de conocer al tritón desde hace solo veinticuatro horas, algo sobre él se siente seguro, correcto.
Aún así...
¿Cuánto sabe Lio de cómo funciona el mundo humano? Tal vez nada. ¿Funcionan las relaciones de la misma manera para la gente del mar que para los humanos? Aún quedan tantas cosas por descubrir, hay una enorme barrera entre ambos y Memo sabe que tienen que romper esa brecha primero antes de poner cargas emocionales en el tritón.
Entonces, lo primero en su plan es enseñarle a hablar.
Con su mochila llena y mucho más pesada de lo habitual, sale de casa hacía el muelle, está empezando a llegar un poco más de gente debido al acuario. Todavía falta poco más de un mes para que abra sus puertas al público, pero los trabajadores están llegando para tener todo listo antes de la gran inauguración.
Evita exitosamente a conocidos que querrían platicar con él, apresurando su paso para llegar más rápido al barco. Quita la cuerda y comienza su viaje, hay un par de pescadores con aspecto aburrido flotando a unos metros. Memo los pierde de vista al llegar a la formación rocosa, agradece que este lo suficientemente lejos para que nadie lo vea entrar.
Carga sus cosas y entra a la cueva, tomándose un momento para volver a maravillarse con toda la estructura. Se mueve a una de las partes planas cubiertas de musgo, dejando caer sus cosas.
Ahora, parado ahí sin nada más que su presencia, se siente un poco estúpido.
¿Debería... llamar al tritón en voz alta?
Escucha el chapoteo del agua, viendo la cabeza de Lio emerger con una enorme sonrisa.
-¡Tú aquí!
Memo le sonríe, acercándose al agua.
-Prometí que estaría aquí.
La sonrisa que le dedica el tritón es tan linda que le dan ganas de enmarcarla para siempre.
Memo saca la cobija de su mochila, dejándola en suelo y sentándose sobre ella, tiene cuidado de no ponerla demasiado cerca del agua. Saca también el cuaderno y la pluma.
-Pensé que podía enseñarte algunas palabras más. Si te parece bien.
Lio asiente, sus ojos curiosos mirando con atención a Memo arrancar una página y dársela. Las manos del tritón humedecen el papel, Lio no aparta la mirada hasta que se rompe por el agua.
Pasan las horas, con Memo enseñando con paciencia palabras y su pronunciación. Su significado, como formar oraciones coherentes y el nombre de cosas que le causaban curiosidad a Lio.
Comieron juntos. Memo descubrió que de hecho, Lio podia comer unas cosas humanas. Aunque en sus palabras el sabor era "no pez". Lio le cuenta que come pequeños peces, algunos tipos de algas, incluso moluscos en algunas ocasiones.
Memo le cuenta de las comidas del mundo humano. Tratando de describir su sabor a alguien con una dieta tan limitada. Le deja probar un poco del pan de su sándwich, prometiendo que el tritón le diría si llegaba a sentirse mal.
Las horas pasan con ambos hablando o simplemente, existiendo uno junto a otro. Memo veía a Lio nadar en la laguna, a veces desapareciendo y volviendo cada poco tiempo. Cuando llegó la noche. Memo se despidió prometiendo volver al día siguiente.
Dejó atrás la cobija y la linterna. Llegando a casa, se quedó acostado durante más tiempo de lo usual, pensamientos dando vueltas sobre colores brillantes y ojitos curiosos.
Y si de casualidad, esa noche soñó con cierto tritón, eso era solo entre él y su mente.
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El canto de la beluga
FanficViviendo en un pueblo costero, Memo ha escuchado historias sobre los tritones. Criaturas de incomparable belleza y voces angelicales, dueños del océano, capaces de hipnotizar humanos solo con la mirada. Memo cree que son solo cuentos para niños. Per...