Viviendo en un pueblo costero, Memo ha escuchado historias sobre los tritones. Criaturas de incomparable belleza y voces angelicales, dueños del océano, capaces de hipnotizar humanos solo con la mirada. Memo cree que son solo cuentos para niños.
Per...
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—Te lo juro wey, si no te quedas quieto voy a tirarte al agua.
Andrés se detiene ante eso, finalmente quedándose tranquilo luego de horas de estar vagando de un lado a otro. Memo puede comprender que está nervioso, pero lo está estresando más con cada minuto que pasa.
La puerta de la habitación se abre y Julián entra con una sonrisa. —¿Listo?
—Todo listo, avísale a los demás.
Julián asiente, volviendo a salir. Andrés toma una respiración profunda y Memo lo toma de los hombros, a penas resistiendo el impulso de sacudirlo.
—¿Qué te tiene tan estúpido? Rafa dijo que si y está muy emocionado por esto, no va a salir corriendo.
—Dices eso porque no tiene forma de correr, estamos a mitad del océano.
—Ay ya cállate el hocico.
La puerta se abre una vez más, ésta vez es Kevin quien entra, lo que les dice que todo está listo.
Con una última sonrisa de aliento, Memo acompaña a Andrés fuera de la habitación. Es una boda pequeña, solo los más cercanos en un crucero en mitad del océano.
La ceremonia oficial se llevó a cabo en México, con la familia de los novios presente y un montón de gente más. Pero está ceremonia se siente más íntima, mejor, de alguna manera.
Memo sabe que es porque solo están aquellos que estuvieron en el incidente del Acuario, cómo habían decidido llamarlo. Aunque les falta una persona para estar realmente todos, está bien.
Todos están sentados en sus asientos asignados, son solo ellos, nadie más. El barco navega hasta detenerse en medio de la aparente nada, es entonces cuando Memo toma del brazo a Andrés para llevarlo al altar.
Hay varias bancas para dos personas distribuidas en el espacio, decoradas con pequeñas flores e imágenes referentes al océano.
Hicieron un arco decorado con flores dónde los dos novios recitarán sus votos. Rafa ya está ahí, luciendo tranquilo y contento.
Al verlo, los nervios de Andrés desaparecen. Con una sonrisa, ambos caminan y Memo lo deja para tomar su asiento junto a los demás.
Neymar y Saúl están tomados de las manos en una banca. Julián y Kevin detrás de ellos. Hay una que permanecerá vacía, reservada para una pareja que no podrá acompañarlos físicamente.
Memo toma asiento en una, sonriendo al ver a los novios tomarse de las manos y darse un pequeño beso antes de esperar.
Memo cierra los ojos cuando lo escucha. La primera nota se inserta en su piel de manera que puede sentirla tocando su alma, calmando su mente y dejándolo sin pensar nada más, navegando en un mar tranquilo escuchando la dulce melodía.
Viaja por el agua cristalina del mar, entre las algas y corales, puede ver las corrientes de agua a su lado. Los sonidos de las belugas detrás de él mientras más y más de su gente se acerca nadando.
Sus ojos se abren cuando siente una presencia a su lado, sonriendo ante lo bonito que se ve Lio. Mira a sus amigos, parecen estar en el mismo trance calmante en el que estaba él.
Lio tiene una corona de flores en su cabeza, lo que lo hace ver mucho más hermoso de lo que suele ser. Memo se inclina para besar una de sus mejillas, sonriendo ante el dulce sonido de su risa.
Más sirenas y tritones suben al barco, tomando asiento o curioseando entre las maravillas que el mundo humano tiene para ofrecerles. Algunos, sin embargo, permanecen en el agua, nadando alrededor del barco.
—¿Llegaron bien?
Lio asiente, mirando a su gente batallar un poco con caminar sobre dos piernas por primera vez.
—Tuvimos un contratiempo, Gavi se puso de parto antes de venir, pero están bien. Logramos llegar a tiempo.
Lio le indica que guarde silencio. Memo obedece, cerrando los ojos al escuchar nuevamente los cantos. Es una melodía diferente, más calmante y de algún modo, romántica.
La voz de Lio se escucha entre las demás. Hilos de plata envolviéndose entre los novios para unir sus almas en un ritual poderoso creado hace milenios por la gente del agua.
Fue un regalo de parte de Lio, ofrecerse a hacer el ritual para cada uno de ellos como agradecimiento por ayudarlo. Todos aceptaron, sabiendo que sus almas quedarían unidas en esta vida y sería mucho más fácil encontrarse en la siguiente.
La melodía continúa por lo que parecen horas, llevándolos a todos a conocer el fondo del océano de la mano suave de los tritones, cada uno compartiendo un elemento de su hogar.
Cuando termina, Memo descubre que a penas han pasado poco más de cinco minutos, Rafa y Andrés están fundidos en un beso dulce, ambos llorando y murmurando cosas el uno al otro.
Lio recarga su cabeza contra su hombro, sonriendo al ver a su gente mezclarse con el mundo humano.
—Gracias por hacer esto por ellos.
—Lo hacemos de corazón.
Memo recarga su cabeza contra la de su tritón, sonriendo al tenerlo cerca.