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Después de una maravillosa noche en la que avanzó un paso más con Lío, Memo despierta solo, envuelto entre cobijas un poco húmedas y todavía desnudo. Se sienta con cuidado, haciendo una mueca ante el dolor palpitante de la mordida en su hombro.

Lleva una mano a la herida, trazando el borde de los dientes afilados y gimiendo de dolor. No hay manera de ocultar eso sin un cuello de tortuga bastante sospechoso por el calor, pero no quiere explicar porque se ve como si un tiburón pequeño hubiera tratado de comérselo.

Le duelen las rodillas, nota que tiene moretones rojos y decide que la próxima vez que hagan eso, encontrarán una mejor manera para no afectar la integridad de sus rodillas. Se pone de pie con cuidado, localizando su ropa junto a un pequeño objeto al lado.

Es una concha marina, tiene suaves manchas verdes y azules en toda su superficie. Otro regalo de cortejo. Memo sonríe mientras se viste. Todavía no hay señales de su tritón, que seguramente tuvo que regresar al agua y decidió buscar su comida.

Memo le deja una nota explicando que tuvo que irse pero regresará pronto, la firma con un simple corazón y un dibujo de lo que se suponía era una beluga, pero parece más un cachalote. No importa, Lio lo entenderá.

Evidentemente, todos en el trabajo lo miran raro por su suéter de cuello alto, pero nadie hace preguntas ni comentarios sobre su elección. Andrés solo le dirige una mirada sospechosa cuando lo ve saludar a Saúl. Solo le sonríe, preguntándose por qué demonios el aire acondicionado no funciona si está parado debajo de un ventilador.

El sexto regalo es el cuerno de un narval. No es el cuerno completo, solo la punta y cinco centímetros hacía abajo, aún así, Memo está bastante sorprendido cuando Lio se lo entrega.

-Es bonito, ¿verdad? Lo encontré enterrado en la arena.

Memo lo guarda en su mochila y llegando a casa lo pone con el resto de su colección. El coral sigue vivo, un verdadero milagro dado que lo único que había hecho los primeros días fue ponerlo en agua y ya, pero se aferra a la vida con todo lo que puede.

La perla está colocada dentro del cascarón de tortuga, con la amatista a un lado y la concha en el otro. Memo coloca el cuerno atrás, usa un libro como soporte para poder ver todos los regalos. Todos los regalos son preciosos, forman un cuadro muy bonito.

Memo sabe que Lio a veces duerme abrazado a la beluga de peluche, así que busca en la tienda de regalos del acuario hasta que encuentra un delfín inflable que Lio puede meter al agua junto a él. Su sonrisa vale completamente cada peso gastado en el delfín.

Y finalmente, el séptimo regalo.

Lio se lo entrega con manos temblorosas, cuando Memo lo toma, se le corta la respiración.

Es una escama.

Una escama en la que el plata y el celeste se combinan, brillante y bonita, los bordes son ligeramente afilados, cuando le da la vuelta, la escama tiene pequeñas gotitas de lo que cree es sangre adheridas.

-Este también es un regalo tradicional. Marca el fin del cortejo. Ahora es tu elección si continuar o no con el vínculo.

Memo sigue observando la escama, sabe que la aleta de Lio es sensible, no imagina como hizo para obtenerla y que le esté regalando un pedacito de él, es demasiado para su corazón.

-¿Guille?

Lio pregunta desde su lugar en el agua, Memo mantiene el regalo entre sus manos cuando se inclina para poder besar a su tritón con todo el amor que tiene en el pecho. Lio corresponde el beso desesperado lo mejor que puede, mirándolo con confusión una vez que se aleja.

-Todo este tiempo ha sido tan maravilloso. Y el mejor regalo que me has dado es tu amor. Claro que quiero pasar el resto de mi vida contigo.

Lio es el que inicia el beso está vez. Se aferran al otro mientras sus labios se mueven en perfecta sincronía. Acompañados por el sonido del agua en esas paredes que han visto su historia y sus sentimientos crecer hasta convertirse en amor.

Se separan del beso con sonrisas idénticas, Memo sostiene el rostro de Lio entre sus manos para dejar besos sobre sus mejillas, su frente, sus labios y su mandíbula, murmurando "te amo" entre cada beso y sonriendo ante el sonido de la risa de Lio.

Lio le ofrece su cuello, esperando una marca que será temporal, pero igual de importante. Memo se acomoda y muerde la piel con fuerza hasta que siente que se rompe, se separa viendo la marca de sus dientes en la piel grisácea. Lio tiene una mirada de absoluta felicidad en el rostro cuando pasa una de sus manos por la marca recién hecha.

-Tuyo.

Murmura, acercándose para poder dejar su propia mordida dónde la anterior aún sigue cicatrizando. Memo gime de dolor cuando la herida se vuelve a abrir, aún así le sonríe a su tritón.

Se besan una vez más antes de acostarse juntos, la beluga y el delfín cerca de ambos.

Mirando al techo, Lio empieza a cantar.

El canto de la belugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora