23

56 10 0
                                    

Memo sabe que Lio ayer habló con Cristiano, el tritón estuvo ligeramente deprimido durante el resto del día y Memo tiene que hablar con el tipo para saber que demonios hizo. Lo encuentra solo en los vestidores y aprovecha la oportunidad. Se para frente a él hasta que el otro se da cuenta de su presencia.

-¿Tienes algún problema con Lio o conmigo?

Cristiano lo mira, parece desinteresado en el asunto hasta que suspira, negando.

-Sé lo que es en realidad Lio, sé que es lo mejor para él no estar contigo.

Memo palidece, de todas las cosas, no esperaba que él supiera la verdad sobre el tritón, aunque no se explica cómo es que lo sabe.

-¿Y tú decides que es lo mejor para él? Ni siquiera lo conoces, no sabes una mierda de él ni de mi, no te metas en esto.

-Sé que él no pertenece aquí, no importa cuánto quieras esforzarte en pensar lo contrario. Pertenece al mar y es ahí donde debería quedarse, no es tu pequeña mascota.

Memo lo empuja contra los casilleros, sintiendo el enojo correr por sus venas y solo un poco de satisfacción cuando Cristiano parece adolorido.

-No hables así de él. Tu no sabes nada sobre lo que siento por él.

-Sé a dónde pertenece. Lio no es tuyo, Ochoa, no es algo que puedas poner en una bonita vitrina de cristal y alimentar cada seis horas.

-Pues tampoco es tuyo, imbécil -Memo nunca ha sido particularmente celoso, pero pensar en que este tipo quiere a su Lio lo tiene hirviendo de rabia.

Cristiano suspira, su cuerpo se relaja y se ve cansado, agotado de seguir adelante.

-¿De verdad no entiendes por qué trato de que lo regreses a dónde pertenece?

Su voz no es más que un susurro cuando saca algo de su bolsillo. Una escama, verde brillante, la sostiene con cuidado y Memo se da cuenta de lo preciada que es para él, porqué él tiene una igual. Memo lo mira, esperando una explicación.

-Pensamos que podríamos hacerlo funcionar. Compré una casa grande con una alberca enorme para tenerlo ahí, pedí llenarla con agua de mar, todos pensaron que simplemente era un loco excéntrico. -Lo dice con una sonrisa triste, melancolía llenando su tono.

-Tenía que mantenerlo escondido y funcionó, al principio, pero su salud fue empeorando con el tiempo. A penas se movía, a penas comía, se volvió un fantasma de quién solía ser. Podía ver su mirada fija en las olas del mar, su anhelo tan palpable que me rompió el corazón. -Cristiano se sienta en el suelo, Memo lo acompaña después de unos momentos de vacilación.

-Ellos escuchan el canto del mar, en su idioma le llaman kalt okean. El llamado del océano. Es un vínculo que no pueden romper, incluso en su forma humana pueden oír su canto. Pueden morir de tristeza al estar alejados de su hogar, cuando yo lo dejé ir estaba en muy mal estado, pero me dolía tanto tener que separarme de él.

Cristiano toma una pausa, claramente conteniendo las lágrimas aunque el dolor se filtra en su tono. A Memo se le rompe el corazón, imaginando mil escenarios distintos de como acabó esa historia, sabiendo que hay un motivo por el cual la cuenta en pasado.

-Pero lo amaba, lo amaba tanto que no importaba como me sentía, mantenerlo a salvo, sano y contento era mi prioridad. El día que iba a regresarlo a su hogar, alguien nos delató. Lo persiguieron en el agua y... Nunca supe si sobrevivió o no.

Las lágrimas caen libremente por su rostro ahora. Memo siente que el también está llorando, no puede imaginar vivir algo así. Ver a su pareja enfermar, ser cazado y nunca saber si sigue vivo o no... Se atreve a colocar una mano en su hombro, las palabras se sienten demasiado vacías para la gran pérdida que sufrió.

Cristiano se limpia las lágrimas, colocando su mano sobre la de Memo. -Entiendo que comenzamos mal, pero piensa en mis palabras, estoy seguro de que tú también quieres lo mejor para Lio.

Con eso, Cristiano se pone de pie para irse, se detiene un segundo en la puerta, volteando a verlo.

-Sé lo que sientes, es un amor tan grande que piensas te va a consumir entero. Y sé que Lio te ama, pero algunas veces... Dejar ir es el acto de amor más grande que puedes hacer.

Memo permanece sentado en el piso incluso después de que Cristiano se va. Sabe que tiene razón. Lio se queda mirando al mar cada vez que salen, su piel se ve seca en los últimos días, se ve un poco más apagado en general.

Memo siente las lágrimas bajar por su rostro, porque aunque le duele sabe que tiene razón, Lio pertenece al océano.

Toma su decisión, tiene que regresar a Lio al agua, al menos por un tiempo, hasta que recupere la salud.

Piensa en el tritón que debe estar en casa, profundamente dormido.

Haría cualquier cosa por él.

El canto de la belugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora