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Memo asiste al trabajo, principalmente para mantener una fachada de normalidad. Si es cierto que Lio está ahí dentro, no debe hacerle saber a nadie lo tenso que está por entrar en la noche. Sabe que si los descubren estarán todos jodidos, no habrá manera de explicarlo y mucho menos habrá oportunidad de salvar a Lio.

Todos parecen algo tensos. Memo siente que cada persona, trabajador o cliente tiene los ojos en su espalda, vigilando cada uno de sus movimientos en busca del error que va a arruinar todos sus planes. Los nervios lo tienen con un nudo en el estómago, imaginando escenarios cada vez más locos.

Está limpiando una de las vitrinas junto a Julián cuando lo ve ponerse pálido, sus ojos se abren de más con la sorpresa y se le resbala el trapo de las manos. Memo puede escuchar los pasos acercarse a su posición y se da la vuelta para ver a su jefe parado frente a él, siente el pánico recorrer su columna, el Tata nunca se ha molestado en venir con ellos.

-¿Ochoa? Ven conmigo un momento.

Cruza miradas con Julián, diciéndole al chico que se quede quieto y actúe con normalidad. Cristiano lo observa fijamente cuando se alejan caminando por el pasillo. Memo puede sentir los latidos de su corazón en la garganta.

-Los he visto, a ti y a tus amigos, me refiero. Obtuve muy buenas referencias de ustedes, han demostrado ser muy trabajadores.

-Gracias, señor.

Está tenso, siguiéndolo por los pasillos hasta una oficina, no puede relajarse incluso cuando lo ve sentarse detrás de un escritorio. Se queda de pie, tratando de ver algo en la habitación que le dé una pista, una esperanza.

-Este es el trabajo de toda mi vida, por lo que tuve que investigar un poco a las personas a quienes se los estaría confiando. Dime, muchacho, ¿cómo está tu padre?

Tiene que morderse la lengua para no responderle como si fuera a uno de sus tíos entrometidos y pendejos. No entiende la pregunta.

-Tan bien como puede estar, señor.

-Si, eso imagino. Perder a alguien que amas puede hacerte caer en la locura. -Memo desvía la mirada, sabe muy bien lo que el sufrimiento puede hacerle a una persona. -Solo quiero decirte, chico, que cuentas conmigo si necesitas algo.

Memo asiente, inseguro sobre que decir, el Tata parece contento con esa respuesta, abriendo un cajón del escritorio para sacar una llave.

-Ahora, en términos de trabajo, necesito que vayan y limpien el pasillo 10 del área A. Anoche cambiamos la cerradura, así que aquí tienen la llave. La habitación debe estar libre de objetos, es un lugar grande, así que pueden tomarse su tiempo. Necesito esto terminado en cinco días.

Memo se acerca para tomar la llave, da una mirada rápida al escritorio y su corazón se salta un latido cuando ve un objeto resaltando contra la madera. Una escama verde esmeralda que ha perdido todo su brillo.

El tritón de Cristiano tenía una aleta verde esmeralda.

Se da la vuelta para salir de la habitación, deteniéndose al escuchar la voz de su jefe.

-Y lleven algo de cloro, he escuchado que es bueno para limpiar la sangre.

No quiere nada más que darse la vuelta para golpearle el rostro hasta que sea irreconocible, Memo observa las cámaras y lo piensa mejor, la seguridad del Tata lo tendrá muerto en menos de cinco segundos si intenta hacer algo. Sale de la habitación con el corazón acelerado, sosteniendo la llave con fuerza.

Llega a las puertas, encontrando a Cristiano tratando de calmar a Julián que parece al borde de un ataque de pánico. Julián corre a abrazarlo cuando lo ve, Memo corresponde, desordenado su cabello.

Avanza hasta las puertas, introduciendo la llave y viendo como se abren. El pasillo blanco le provoca escalofríos, cómo la primera vez que visitó el asilo dónde metieron a su padre. Se arma de valor, dando pasos cortos para entrar.

-¿Memo? Esto no es parte del plan...

Julián susurra, sin duda siguiéndolo al igual que Cristiano. Memo recuerda que el tanque que armaron quedó en medio de la habitación, un desastre de cajas de cartón, arena y corales artificiales por doquier.

Pero cuando entra, no hay nada, ni un solo rastro de lo que un día construyeron para albergar un tritón. Memo recorre todo el lugar con la mirada, tratando de encontrar una puerta que no hayan visto antes. No hay nada, sin embargo, nada más que los ventiladores extrañamente cercanos al suelo y que nunca funcionan.

Se le cae el corazón cuando se fija en las manchas de sangre en el piso, gotas grandes contrastando con el blanco impoluto del lugar.

Lo que más le asusta, es que Lio no está ahí.

Se estruja el cerebro, conoce los planos del lugar pero este es el único sitio donde podrían ocultar algo tan especial como un tritón.

Y si Lio no está aquí.

¿Dónde está?

El canto de la belugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora