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Lo besa, como si fuera lo más natural del mundo. De hecho, lo es.

Ha deseado besarlo desde hace tanto tiempo y ahora que se atrevió, es muchísimo mejor de lo que imaginaba.

Los labios de Lio son suaves, sabe a agua marina y salada. Lio no se mueve al principio, Memo sabe que este es su primer beso, que nunca antes lo habían besado, los tritones muerden para mostrar afecto. Debe estar confundido sobre que hacer, así que le enseña.

Mueve sus labios lentamente, dejando que se adapte hasta que deje de ser extraño para él. Pronto, Lio corresponde, sus movimientos son torpes pero dulces, llenos de inocencia y cariño.

Las manos de Lio lo toman de la cadera, moviendo su cuerpo hasta que Memo está sentado sobre su cola, sus manos a cada lado de la cabeza del tritón para sostenerse. En ningún momento dejan de besarse.

Los movimientos de Lio se vuelven más audaces, mordiendo y chupando el labio inferior de Memo, sus lenguas se encuentran y se sorprende por lo cálido que puede ser su tritón.

El beso se vuelve desesperado en poco tiempo, las mordidas de Lio le sacan jadeos, así que lo muerde de vuelta, sintiendo los músculos debajo de sus piernas contraerse con cada mordida.

Cuando se separan ambos están jadeando en la boca del otro, las pupilas de Lio están dilatadas, llenas de amor y algo más. Memo se inclina un poco más para poder morderle una mejilla, sintiendo más que escuchando la risa que le saca a su tritón.

-¿Eso estuvo bien? -Pregunta, pasando sus labios sobre el borde de su mandíbula. -No tenemos que volver a hacerlo si no te gustó.

-Me gustó. Me gustó mucho.

Memo le sonríe, dejando un beso mucho más corto sobre sus labios, Lio suelta un pequeño suspiro, llevando sus dedos a sus labios para acariciarlos. Memo se sienta, sintiendo las manos acalambradas y adoloridas por las pequeñas porosidades de la roca sobre la que estaba recargado.

-Aunque me encanta, cariño, no vine aquí exactamente a besarte. Te traje algo.

Lio se emociona ante eso, su cola se mueve y empuja a Memo un poco más hacía adelante. Se ríe, indicándole que cierre los ojos y una vez que lo hace, se estira para tomar el peluche y colocarlo frente al rostro de su tritón.

-Listo, abre los ojos.

La carita de Lio al ver el juguete es demasiado para su corazón. Todo su rostro se ilumina de felicidad cuando toma a la ballena entre sus manos, tocando sus aletas y su cabeza redonda con fascinación. Memo se quita para ayudarlo a sentarse, observando a su tritón mirar a la ballena desde todos los ángulos que puede.

-Es muy bonito. Y es suave.

-Me alegra que te guste. Es mi ballena favorita.

Lio le da una enorme sonrisa, apachurrando la cabeza del peluche.

-También. Madre decía que cuando pudiera nadar tan lejos, iríamos a ver los nacimientos de las ballenas blancas.

-Tal vez podamos ir a verlas, algún día, tu y yo.

-Me encantaría.

Lio abraza a la ballena, cerrando los ojos y enterrando su rostro en el peluche suave. Memo sabe que se decía que las belugas eran confundidas con sirenas y de ahí se crearon los mitos, ahora que puede ver a un tritón de frente, acepta que sus colas se ven algo similares.

La imagen de Lio abrazando a la beluga es adorable y se le quedará grabada para siempre. Lio la deja en el piso seco poco después, acercándose para dejar un pequeño beso en los labios de Memo.

-Ahora cierra los ojos.

Memo obedece, escuchándolo entrar al agua y salir poco después, Lio le coloca algo pequeño en las manos. Cuando le indica que puede ver, se encuentra con una perla brillante.

-Madre solía llamarme su perla, cuando era pequeño mis escamas brillaban igual que una.

Memo puede imaginarse a un Lio mucho más joven, nadando entre las algas, brillando con la luz del sol. Guarda la perla en su mochila con cuidado, otro tesoro más que se llevará a casa.

Se mueve para acostarse sobre las cobijas, Lio se sumerge bajo el agua y reaparece a los pocos segundos, acomodándose a su lado. La beluga es añadida a la colección de objetos humanos en la cueva, resalta mucho entre el resto de cosas.

Se acuestan de lado, con la mirada fija en los ojos del otro. Las pupilas de Lio siguen dilatadas cuando Memo se acerca colocando una mano sobre su cintura, Lio cierra los ojos cuando los labios de Memo vuelven a encontrarse con los suyos.

Es un beso lento, lleno de sentimientos que no habían expresado antes. Lleno de amor y esperanza de un futuro juntos, el tiempo que tenga que durar.

Se besan hasta que el sol se oculta y la luna llena ocupa su lugar, las estrellas y el cielo nocturno como los únicos testigos de los sentimientos compartidos.

El canto de la belugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora