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Lio puede sentir las olas moviendo su cuerpo dormido, lo alejan más y más del mar abierto hasta que llega a la orilla, se queda atorado por la arena, abriendo los ojos al sentir los rayos del sol sobre su piel.

Se mueve un poco, el cielo está libre de nubes, las olas se rompen contra la arena creando espuma. Lio permanece acostado un poco más, se siente tranquilo, en calma. Está cómodo dónde está recostado.

Puede escuchar pasos contra la arena, alguien se acerca a su posición. Se queda dónde está, la persona se sienta a su lado, sin importarle que va a mojarse por culpa de las olas.

Permanecen en silencio, ambos observando el movimiento del mar. Lio voltea un poco su cabeza para mirar a quien tiene al lado, el desconocido le sonríe, salpicando un poco de agua con su cola.

-Es bonito, ¿No? El amor.

Lio no responde, volviendo a mover la cabeza para observar el cielo en lugar de la cola verde esmeralda de su acompañante. El tritón no parece ofendido por su falta de respuesta, salpicando ocasionalmente agua sobre ambos. Finalmente, Lio habla.

-¿Cómo vives lejos de tu compañero?, ¿cómo aguantas el dolor?

El tritón se queda callado, meditando su respuesta. Lio mueve con dificultad una de sus manos para tocar su cuello, el collar que le regaló su compañero sigue ahí, recordándole que la felicidad que tuvo realmente existió.

-Aprendes.

-¿Lo olvidas, alguna vez?

-Nunca. Pero aprendes a sobrevivir con el sufrimiento.

Lio se sienta, apoyando las palmas contra la arena para mantenerse medio erguido. El sol brilla y se refleja en el agua.

-A veces no quiero seguir. A veces solo quiero que todo esto termine por que... Siento que no soy lo suficientemente fuerte para aguantar el dolor. Solo quiero rendirme.

La aleta verde del tritón se mueve para colocarse con cuidado sobre la suya, Lio nota que el color de su cola está opaco.

-Está bien sentir eso. Has aguantado mucho y has pasado por mucho dolor. Has sido muy fuerte, Lio. Lo importante es que sigues aquí, lo intentas todos los días, eso es de admirar.

Lio se permite sonreír, el tritón también le sonríe. Lio nota que están en su forma humana parados sobre la arena. Ambos se encuentran de pie en lo que Lio reconoce es la playa cerca de la casa de Guille. El tritón camina hacía atrás, acercándose cada vez más al mar.

-Ahora corre, Lio, vive una buena vida.

Lio lo observa tocar el agua y convertirse en espuma marina, derrama una lágrima por él.

Y entonces corre.

Corre con toda la fuerza que tienen sus piernas, pasando caminos y casas hasta llegar a la que le interesa. Empuja la puerta para abrirla y encuentra a Guille acostado en la cama, sostiene a la beluga con cuidado entre sus brazos.

Lio se sube a la cama, sacudiendo a su humano para tratar de despertarlo. Siente lágrimas de frustración cuando no funciona, es como si a pesar de todo, estuvieran separados por una barrera.

Lio respira hondo, tomando una de las manos de Guille para colocarla sobre su garganta, a manera que pueda sentir sus cuerdas vocales moverse. Coloca su mano libre sobre el corazón de su compañero, comenzando a cantar.

Cierra los ojos, enfocándose en las imágenes borrosas del día de su captura. Trata de recordar lo mejor que puede los pasillos por dónde lo llevaron hasta llegar a su prisión actual.

Se inclina para dejar un beso sobre sus labios, viéndolo abrir sus ojos y tratar de enfocarse en él.

-Te amo, te amo mucho, Guille, te amo.

Lio despierta, está acurrucado en la pequeña cueva del tanque, la arena que tiene debajo se ve diferente a la demás. Limpiaron el tanque mientras él estaba dormido, pero no lo movieron.

Lio se atreve a salir de la cueva, hay personas con batas y guardias por toda la habitación. Parecen estar preparando algo, si la forma en que revisan la mesa grande es un indicio de sus planes.

Lio los observa sacar pequeños frascos, jeringas y tubos para acomodarlos cerca de la alberca, algunos se han percatado de que se mueve y voltean a verlo, Lio permanece flotando cuando algunos se acercan, tratando de medir su cola desde su posición fuera del tanque.

Apoya sus manos contra el vidrio, sin importarle que este interrumpiendo el trabajo de los humanos. Lio se aleja del vidrio cuando ve al humano que lo trajo aquí acercarse.

-Muy bien, ¿Empezamos?

Memo despierta sobresaltado, se mueve a ciegas hasta encontrar su celular, marca el número que sabe de memoria, escuchando la voz del otro lado responder.

-Sé dónde está Lio.

El silencio lo recibe, Memo se pasa una mano por el rostro para despejarse, había sido un sueño tan vívido.

-Memo, el acuario fue clausurado hace una hora, está cubierto por cintas de no pasar. Nadie puede entrar ahí.

El canto de la belugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora