Está soñando, se da cuenta, al estar en una playa de arena blanca, el mar se mueve con tranquilidad, con las gaviotas volando en el cielo azul. Memo se mueve confundido, caminando sin rumbo, sintiendo la arena caliente debajo de él.Camina hasta que ve otras huellas en la arena, levanta la vista y lo que ve lo deja sin aliento. Lio se ve mayor que ahora, está sonriendo tanto que sus ojos se arrugan en las esquinas, está vestido completamente de blanco, abriendo los brazos para él.
Memo se apresura a correr a su lado, tomando al tritón entre sus brazos para levantarlo y besarlo con todo el amor que tiene. Lio se ríe, enganchando sus piernas en su cintura, Memo lo besa una y otra vez en los labios, mirando los ojos de su tritón cambiar a celeste.
-Estaremos juntos hasta que el océano se seque, mi amor por ti es eterno, Guille.
En el mundo real, Memo aprieta su agarre alrededor de su tritón, sabiendo en su corazón que su amor será para siempre.
Memo sonríe ante el entusiasmo de Lio, el acuario abrió al público hace dos semanas y Lio estaba emocionado de ir. Memo no le pudo negar eso, sabiendo que el tritón tenía curiosidad de como se veía uno, además de la opción de llevarse más peluches a casa.
Pasan por las enormes puertas de cristal, Lio se detiene a ver las decoraciones doradas en las puertas, sonriendo igual que un niño pequeño. Memo los aleja de la tienda de regalos, diciendo que pasarán al final. Los lleva a la fila para entrar, dónde Kevin y Julián ya están formados.
Es su día de descanso, Andrés está con Rafa planeando cosas de su boda; Neymar, Saúl y Cristiano si están trabajando ese día, pero Memo no cree que vayan a interactuar con ellos para evitar interrumpirlos.
Entran con entusiasmo, puede que Memo conozca toda la estructura del lugar por el trabajo, pero ir como cliente le da una perspectiva diferente del lugar. Lio señala cada cosa que se encuentran, arrastrando a Memo para acercarse a las estatuas de tortugas marinas y tocar sus cabezas redondas.
Memo le toma fotos junto a los pingüinos de plástico con la cámara prestada de Andrés. Se toman una foto juntos, sonriendo al lado de un pulpo y continúan su camino. Lio pega su rostro al cristal que los separa de los peces, observando a las criaturas nadar.
Memo se ríe cuando algunos peces pequeños se alejan de Lio, quien arruga el rostro de tristeza. Aún así, no deja que lo afecte demasiado, ya corriendo al siguiente tanque para leer las placas y ver qué hay dentro.
Pasan tiempo observando a un pulpo, Lio con estrellas en los ojos mientras se aferra al brazo de Memo.
-¿Te gusta? No sé si algo de lo que hay aquí te resulte muy familiar. -Agradece que este medianamente vacío, lo que le permite besar al tritón cada que quiere y hablar sin miradas raras.
-Si. A veces había pulpos dónde vivíamos. Son inteligentes, de los pocos que se quedan en una comunidad de tritones porque no son alimento.
-¿Por qué no?
Lio se encoge de hombros, señalando un pequeño pez que pasa nadando. -Comida. Nutrientes. Pulpos son como... ¿Mascota?
Memo contiene su risa, pero Lio parece darse cuenta de todos modos, mordiendo con suavidad su mejilla. Se alejan del tanque del pulpo, caminando entre una sección informática sobre los nacimientos de las tortugas marinas y que hacer para ayudar a la especie.
Pasan por la sección donde suele trabajar Memo, que incluye un tanque donde a veces se pueden ver pingüinos. Saúl los saluda con la mano desde su puesto y Memo siente escalofríos cuando Cristiano los sigue con la mirada todo el tiempo que pasean en el lugar.
El recorrido termina con Memo tomando fotos de Lio sonriendo frente a una vitrina con una foca y la adquisición de una ballenita de peluche para Lio. Memo compra también el llavero de una caracola, guardando el regalo para su próxima visita a su padre.
Lio tiene esa sonrisa dulce en el rostro cuando salen, apachurrando al cetáceo en su mano de vez en cuando. Caminan con tranquilidad para llegar a casa, el sol se está ocultando y baña a Lio con un cálido resplandor naranja, haciendo su collar brillar.
Lio se detiene en algún punto, mirando con concentración al mar. Memo se detiene a su lado, a punto de preguntar si pasa algo cuando Lio señala un punto en la distancia. Memo se esfuerza para ver lo que hay cuando se da cuenta, la aleta de una ballena es visible.
Lio se ríe de emoción, levantando su propia ballenita cuando vuelven a ver aparecer la aleta. Memo ríe de incredulidad, años de no tener suerte en ver una y solo necesitaba tener a un adorable tritón para ver una ballena.
Cuando dejan de verla, Lio sigue riendo, sus ojitos emocionados se fijan en Memo, alzando los brazos para pedir un abrazo que concede de inmediato. A Memo le recuerda un poco el sueño que tuvo hace días, aunque estaban en una playa diferente y Lio se veía diferente.
Espera que se haga realidad.
-Te amo.
Lio lo dice, separándose a penas lo suficiente para que puedan mirarse a los ojos. La sonrisa se Memo se transforma en algo más suave, más íntimo.
-Eres todo lo que puedo desear en este mundo, Lio, no imaginas cuánto te amo.
Con la puesta del sol detrás de ellos, juntan sus labios. Amor derramándose en cada movimiento, el cielo los ilumina en resplandores naranjas. El mar como testigo de sus promesas y sentimientos compartidos, tan fuertes que ni el tiempo podría romperlos.
Y bajo la luz de la luna, Memo cree que más que un sueño, tuvo una premonición.

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El canto de la beluga
FanfictionViviendo en un pueblo costero, Memo ha escuchado historias sobre los tritones. Criaturas de incomparable belleza y voces angelicales, dueños del océano, capaces de hipnotizar humanos solo con la mirada. Memo cree que son solo cuentos para niños. Per...