Métodos de Resignación...Zaira.

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En psicología se hace mención a: La Resignación Pasiva, como haces entrega de tu voluntad en las manos de otra persona. Aceptas el hecho de lo que ha pasado y que quizás modifique tu vida. En otras palabras, y dados los acontecimientos que sucedieron y experimenté en las ultimas cuatro horas; me resigné a creer que jamás sentiría lo que otros hacían mención y glorificaban con tanta fascinación: Hacer el amor, y permití que Alondra me sumergiera, mental y físicamente a un maravilloso océano.

Yo me acosté con muchas mujeres , tontamente creía que experimentaría aquello que los grandes poetas, artistas y escritores describían con tanta alegoría, con aquellas mujeres a las que le pagaba. Según, bajo mi mirada, eran puras parafernalia. Ahora bien, si tengo que describir cuáles son las diferencias entre tener: El sexo y Hacer el Amor, (Valla eufemismo le han asignado), diría que no hay comparación.

Alondra, d-os!!, ella me trato con tanta dulzura que mi corazón saldría de mi pecho, cada vez y a cada instante que ella rosaba mi piel. Fue como subir a una montaña rusa, toda esa adrenalina corriendo por mis venas, mi respiración agitada, ya que olvidaba respirar, y, a pesar de mi experiencia, sentí que dejé y entregué mi voluntad a sus suaves manos. Físicamente todo era distinto, mi gran sorpresa fue la abundancia de mi lubricación genital. Cada vez que sentía los dedos de Alondra pasar por aquella zona, sus dedos resbalaban con facilidad, no sentía que, como sucedía con frecuencia al ser estimulado mi clítoris, me lastimara. Sí sentía placer por la estimulación, pero jamás había sentido que mi cuerpo generaría la lubricación que Alondra generó en mi entrepierna. Otra, de las tantas cosa que sentí diferente, fue la sensación que generaban sus caricias en mi piel. Ahora entiendo aquella frase cuando dicen: Te quema la piel. Deseaba ser tocada por ella y que su piel tocara la mía. Mis pezones!!, cada vez que los suyos rosaban los míos en cada envestida se sentía tan...Rico. No quería que se terminara, quería que aquel momento sea eterno. Por unos, largos minutos, pensé que mi ser abandonaría mi cuerpo. Ella abrazaba mi cuerpo, sus pechos posaban en mi espalda, besándome con tanta pasión, mientras sus manos me transportaban a la gloria. Masajeaba mi pecho al mismo tiempo que entraba y salía de mi con lentitud y pasión, y volvía a adueñarse, Alondra de mis gemidos y de mis orgasmos.

Ahora, por qué, después de todo lo qué viví esta noche con ella, me siento así de triste?. Después del primer orgasmo quería llorar como una niña por la felicidad. Luego dejé de pensar en aquella angustia que no comprendía y, sin pensarlo, me permití disfrutar aquel amor que sentía emanar de la mujer que estaba generando estas nuevas sensaciones. Por qué la tristeza?.

- Qué haces aquí afuera?.- Me dice Lala cubriendo mis hombros con una manta.

- Tomando...aire..- Dije esforzando una sonrisa.

- Estás bien?.

- Sí...Lala?..

- Sí.

- No...- Niego con mi cabeza. No le puedo preguntar a su amiga las razones de mi extraña tristeza.- Nada.

- Zaira, puedes hablar conmigo.

- Cómo sabes qué necesito hablar...lo qué estoy?.- Suspira con profundidad.- Sintiendo.- Bajo mi mirada al suelo.

- Ven.- Me señala un largo sillón de mimbre, tipo ratán.- Sentémonos aquí.

- Vos qué haces despierta a éstas horas?.

- La costumbre...siempre despierto a estas horas...Qué sientes Zaira?.- Pregunta acariciando mi brazo de arriba hacia abajo.

- Sé que Alondra te cuenta todo, no sé...- Levanto mi mirada y veo el paisaje que nos rodea.- No sé a quien acudir para hablar de estas cosas.

Huye...De Mi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora