Está Todo Dicho. Zaira

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Suena extraño escuchar ser llamada la otra madre de Eliel. La palabra se materializó al tener a nuestro niño en mis brazos. Comprendí a todas esas personas que dicen hacer cualquier cosa por sus hijos. Yo haré cualquier cosa por él.

La felicidad que sentía no tenía comparación con nada que hubiera vivido. Ver a mi esposa feliz con su sueño hecho realidad en sus manos no tenía precio. Haber formado parte del nacimiento del deseo y propósito de Alondra, fue y será una enseñanza que atesoraré eternamente. Aunque todo y cada factor te muestre una Red Flag, ( Banderas rojas), anticipándote los peligros, pero si tu convencimiento y tu pasión es más fuerte que ellos; no lo dudes, continua caminando, el resultado valdrá la pena todos esos sufrimientos; porque la recompensa no tendrá comparación.

Antes de conocer a mi esposa y durante nuestra separación forzosa, creía que había nacido solo para sufrir. Que la soledad sería mi fiel y única compañera hasta la muerte. Pero Alondra no solo me enseño a amar, me dio un propósito, y ese propósito hoy está en sus brazos.

Bajé por el ascensor con una sonrisa tan amplia en mi rostro que me rompería los labios de tanto estirarlos. Era de esperarse que se presentara algún factor que borraría momentáneamente aquella sonrisa.

- No te cansas de acumular muertos?, qué te metes con mi hija para sumar otra muerte en tu haber?.- Dijo Luca Dumont a dos pasos de mí, mientras recogía el bolso en la cajuela del coche.

Me mantuve en silencio, nada bueno ganaría contestarle.

- Mi hija a dado a luz un niño sano.- Me dijo la madre de Alondra al detenerme del brazo a mitad del camino de regreso.- No piensas en ese bebé?. Él necesita de su madre.

- Su hija y yo nos amamos. Y sí, sí pienso en su bebé.

- Veremos cuando te enteres porque Alondra tendrá que testificar en el juicio por la muerte de tus padre; haber si la seguirás amando como dices amarla.- Me dijo Luca tomando a su esposa de la mano.- Mejor regresa a tu casa a ocultarte. Mi hija y mi nieto no te necesitan.

Con la duda y el posible dolor que podría causarme la verdad, llamé a Natalia.

- Así qué nació el hijo de tu esposa?.

- Natalia no te llamo para hablar de mi hijo.- La escucho mofarse.- Por qué debería Alondra testificar en el juicio por la muerte de mis padres?.- Escucho un largo suspiro.

- Estoy a pocas calles de la clínica. Espérame en la cafetería que está en frente.

La esperé unos minutos en los que pedí un agua mineral para saciar la sequedad de mi garganta.

- Hola, felicitaciones.- Dijo Natalia con un gesto de desagrado.

- Tenes solo un minuto para comenzar a hablar Natalia. Deja de molestarme con tu ego herido.- Ella le hace un gesto al camarero y le pide una café.- Qué hacías tan cerca?. Ahora nos estas vigilando. Cómo te enteraste del nacimiento de nuestro hijo?.

- Me enteré por tu tía, porque justamente debo hablar con tu esposa.

- Al punto Natalia.

- Alondra estaba embarazada de cinco mese y ella no manejaba bien su presión sanguínea.

- Eso ya lo sé.

- Sí pero no sabes las razones.- Natalia se remueve en su asiento molesta.- Luca me llamó desesperado la noche que mataron a tus padres a su madre. Jamás pretendieron matar a tus padres, querían la carpeta, pero se les fue la mano.

- Eso vos y yo ya lo sabemos.

- Sí, pero lo que no sabes es quien estaba entre aquellas personas que mataron a tus padres.- Natalia mira sobre su hombro y supervisa con la mirada de que nadie nos este observando. De la misma manera que yo lo he hecho hace unos minutos.- Alondra te habló del caso qué la llevó al hospital y parir un hijo muerto?.- Asiento con mi cabeza afirmando.- Puedo decirte que ni ella sabe hasta que punto su padre la hundirá con su declaración. Esa mujer que murió a manos de su pareja, es la misma mujer que sabía donde se encontraba la carpeta que tu papá ocultaba.

Huye...De Mi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora