Alondra...Eliel.

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Respiro, respiro profundamente sin sentir ese dolor que por años punzaba mi pecho. Respiro mientras su olor entra profundamente en mis sentidos. Ese olor tan característico que solo él emana. No remplazará nunca, jamás a mi otro hijo. Nada en este mundo puede ni podrá ocupar aquel espacio vacío que dejó. Eliel sanó mi corazón. Capricho o no, o meramente mí egoísmo me acarreo a revivir nuevamente la experiencia de traer un nuevo ser al mundo.

Esta vez el bebé que duerme entre mis brazos respira, y la coloración de su piel me indica que está lleno de vida.

Quizás no debería de recordar aquel niño que no ha tenido la oportunidad de continuar viviendo. Tampoco volví a mencionar el nombre que elegí para él. Meses después de su entierro logré deshacerme de todas las cosas que había comprado. Un así su recuerdo, y el ver a Ángel Eliel en mis brazos, volví a comprender que todo tiene un porque en esta vida.

Cambié tantas cosas solo para no recordar mi perdida. Entre aquellos cambios tan sorpresivos; mis salidas nocturnas se incrementaron conforme pasaban los años. Acostarme con una mujer distinta era un juego secreto para mi. Quería demostrarme a mi misma que la perdida de mi hijo fue lo mejor para mi futuro. Una gran estupidez. Jamás se olvida y nada remplaza aquel dolor. Sí, mi vida dio un gran giro. Cambié de trabajo y el dinero fue acumulándose en mi cuenta bancaria. Nadie dependía de mi, ni debía rendirle cuentas a nadie; pero el vacío que sentía dentro no era remplazado con nada. Ni las mujeres, ni todo el dinero del mundo podía darme lo que esa criaturita creciendo dentro de mi me dio en tan poco tiempo.

- Puedo cargarlo?.- Miro a Zaira sentada junto a nosotros. Pensar que por poco ella no estaría conmigo viviendo este momento.- Bianca me enseñó con Taylor la manera correcta de sostener a un bebé.- Con sumo cuidado extiendo a nuestro niño recién nacido en sus brazos.

- Amor?.- Ella contesta con un simple mhum. No despega sus ojos de Eliel.- Jamás dudaría de vos. Sé que no se te caerá de tus brazos.- Levanta su mirada y veo unas lagrimas caer de sus ojos.- Y no, no leo mentes.

- Le has puesto el nombre que elegimos.- Dijo mostrándome una enorme sonrisa.

La imagen que recibía mis ojos era un sueño hecho realidad. Zaira acariciando con sumo cuidado los bracitos de Eliel era todo lo que quería ver.

- Sí, el que has elegio.- Ella niega con su cabeza mirando nuevamente a nuestro niño.- Te amo.- Levanta su vista y se acerca con cuidado a mis labios.

- Yo los amo más.

- Holaaa.- Dijo en un susurro mi abuela entrando a la habitación. Detrás se encontraba mi abuelo con unos globos de color azul y una caja enorme envuelta en papel de regalo.- Es hermoso.

- Hola hermosas mamás.- Dijo mi abuelo dándole un enorme beso en la mejilla de Zaira y abrazándome efusivamente.

- Gervasio ten cuidado con la niña, la podes lastimar.

- De hecho, no debería de hablar tanto.- Dijo Zaira.- El médico le dijo que mañana lo lamentaría.

- Pediré medicación.

- Puedo?.- Preguntó mi abuela a Zaira extendiendo sus brazos para cargar a su bisnieto. Comienzo a reír por la expresión de mi linda mujer al mirarme ante la pregunta de su tía.

- Puede.- Contesto.

- No es porque sea mi bisnieto, pero este bebé es hermoso.- Mientras que mi abuela Rosa acunaba a Eliel, mi abuelo besaba su pequeña cabecita.- No llores Gervasio, los tres están bien.

- Hemos tenido mucho miedo. Son lagrimas de felicidad.

- Lo sé abuelo.- Afirmé mirándoles con cariño. Son los mejores abuelos que Eliel puede tener.

Huye...De Mi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora